Brilla, brilla el sol, el sol brilla con su resplandor. ¡Qué maravilla hizo Dios!, que nos brinda su calor.
Lejos, muy lejos, en los farallones está naciendo el río Pedral, que nos alimenta con su manantial; corriendo presuroso entre majestuosas rocas, para besar y alimentar, allí en Remolino, al río San Juan.
Llevo cinco años enamorada del misterio de su caudal, agradecida con mi esposo por develarme los secretos de este mágico lugar.
Brillante está el mirador del Citará, rodeado de tanto vegetal, con su diversa tonalidad.
Son mis hijos el más bello despertar, acompañado del trino y colorido de los pajarillos; ellos, al igual que mis chiquillos, inquietos están por descubrir lo que se esconde en este lugar.
La Julia, vereda primaveral; cafetales, convites y juntanza comunal… Dos ramificaciones desde el sector El Mango hacen que el río no divida, sino que sea la flora veredal; subir y bajar, caminar y comida sembrar, y los domingos sacar el café pa el pueblo llevar.
A donde el corazón se inclina el pie camina.
Betania, la Perla del Citará, su tierra es potencia, riqueza y vitalidad. Sobre la ruta turística del río Pedral está ubicada la sede educativa La Julia. En el camino se ven los cultivos verde oscuro, dignos de la mata de café, que combinan la flor blanca y la cereza roja, y que evocan un manjar.
La Julia es reconocida por sus ricas fuentes hídricas, nacientes en los farallones, visibles desde el mirador del Citará, con grandes paisajes, gente amable, sencilla y trabajadora que aspira a forjar un mejor mañana.
Mi presente escrito se caracteriza por que busca transmitir y contagiar felicidad, permanecer en el tiempo, enriquecer conocimientos, germinar semillas de bienestar para toda la comunidad, inspirar placer, y degustar y disfrutar del entorno.
Parte de la necesidad de utilizar la Bitácora exploradores, material pedagógico brindado por la Fundación Secretos para contar y la Alianza ERA. Además, de las falencias en los estudiantes para ubicarse geográficamente en su vereda y el desconocimiento sobre quiénes son los habitantes, a lo que se suma la necesidad de comprender los antecedentes de su territorio.
Pero esto no es todo: los niños denotan inquietud, deseo y motivación por aprender; están atentos a la innovación, a un nuevo reto que los lleve a observar e investigar. Es así como inicio esta aventura craneándome algunas hipótesis: reconocer el territorio ubicándonos geográficamente; emplear las maquetas de las casas como una excusa para relacionarnos como comunidad perteneciente a un mismo lugar; fortalecer el vínculo familiar; evidenciar los sitios turísticos, economía, fauna, flora, peligros en el trayecto de la casa a la escuela y quiénes han sido los líderes, además de los estudiantes que han estado, que ya no están o han llegado.
Una vez montada en este viaje aventurero, aprovechamos la creación artística con material reciclado de la maqueta de la casa de los estudiantes (una propuesta dirigida por la directora con la estrategia Aprendiendo en Casa), para reconocer cuál casa pertenece a cada estudiante y articular algunas planeaciones abordando diferentes áreas. Espontáneamente ubicaron las casas para formar un croquis; teniendo como referencia la escuela, guardaron la distancia y referenciaron el río, puentes, carreteras, sitios turísticos y puntos de encuentro. Este aprendizaje obtenido fue plasmado de manera colectiva en un mural posteriormente exhibido a padres de familia y demás visitantes de nuestro centro educativo. Luego fue registrado en la Bitácora exploradores, complementando la actividad en las diferentes páginas propuestas en el material.
A medida que se desarrollaban las actividades se evidenciaba la importancia de reconocer el territorio cercano como fuente de enseñanza y aprendizajes significativos; de fortalecer el trabajo grupal, poner en práctica las estrategias de escuela nueva desde los comités y el uso de los elementos del CRA. (En este caso, el principal centro de recursos de aprendizaje era el entorno vivo y todos los factores que actúan en él); y, además, de disfrutar del potencial, habilidades y competencias de los estudiantes desde preescolar hasta quinto, y de integrar las familias en esta construcción de conocimientos por proyectos.
De este suceso tenemos una anécdota con el niño Michael, quien llegó unos días después de la construcción de las maquetas y del croquis, y no aguantó la tentación de hacer la suya después de ver las otras casas dibujadas. Un símbolo de que él cuenta, de que también es parte y quiere ser partícipe de este gran aprendizaje.
La estrategia fue cogiendo forma y fuerza porque percibí en los estudiantes el interés de aprender sobre sus compañeros, vecinos, territorio, vereda, sitios importantes, economía, turismo, fauna, flora e hidrografía. Y la inquietud sobre cómo lo podemos cuidar y proteger. Fue la oportunidad de integrar a las familias al son de historias, anécdotas, poemas, cuentos y enseñanzas ancestrales. Importantísimo para no olvidar las raíces, conocer la historia y no condenarnos a repetir las amarguras del pasado. Forjar el sentido de pertenencia por el lugar que los vio crecer, que nos ha acogido y que en el momento disfrutamos en las diferentes etapas de la vida.
Como docentes tenemos la misión de conocer, explorar el territorio, vivirlo, sentirlo, transmitirlo y aprovechar el potencial del contexto, las habilidades de la comunidad educativa, y convertir las dificultades en oportunidades de enseñanza-aprendizaje, para que se refleje el sentido de pertenencia, el amor por la vocación que se transmite en acción. Además, debemos ponernos al nivel del niño para comprenderlo, guiarlo y orientarlo partiendo de la realidad, de sus realidades, porque “enseñar no es transferir conocimientos, sino crear posibilidades para su producción o su construcción. Quien enseña aprende al enseñar y quien enseña aprende a aprender” (Paulo Freire).
La realización de este proyecto articulado, basado en el reconocimiento del contexto, permitió en la comunidad educativa reconocer el territorio que habitamos, incentivar el sentido de pertenencia y su apropiación, y fortalecer el trabajo mancomunado de las familias y de la escuela. Por último, pero no menos importante, incentivó la conciencia de proteger y respetar toda su diversidad humana en lo social, cultural y económico.
Esta experiencia amerita ser conservada en el tiempo, ya que es importante tener el registro de los niños y familias que están, llegan o se trasladan de la vereda, a sabiendas de lo cambiante que puede ser nuestro entorno en los ámbitos social, económico y turístico. También porque constituye un registro de la biodiversidad y del cuidado que le brindamos.
Por otro lado, los conocimientos que se adquieren desde la vivencia y la práctica son más significativos que los teóricos, ya que aquí se parte de la realidad de sus vidas, y, por tanto, lo viven y lo sienten. Específicamente, resulta vital reconocer que el café nos abre puertas a otras oportunidades de emprender y, así, generar otro ingreso familiar.
Es por todo esto que no paramos de soñar, no paramos de explorar, y nos queda un camino trazado para seguir, basado en el registro de historias con la estrategia del Cuaderno Viajero y su sistematización para crear un álbum. Esta estará acompañada de visitas a líderes de la vereda y territorios cercanos, con videos que permitan la creación de un documental apoyado en las herramientas TIC para el registro fotográfico de la fauna, flora y fuentes hídricas.
Finalmente, soñamos en el toque mágico de amar y proteger el entorno rural en que vivimos, y aprovechamos todo su potencial natural para crear un proyecto pedagógico productivo comunitario.