Alianza ERA

Educación Rural para Antioquia

La magia en palabras

Clara Lucy Ledesma Castañeda

Sede Ladera Arriba, Centro Educativo Rural La Merced

Nací entre montañas, música vieja e historias interminables de mamá. Soy fanática de viajar, conocer pueblos hermosos y lejanos, estar en lugares con poca gente, escuchar música romántica, leer novelas, ver series y películas de época, comer delicioso y estar en mi casa con mi familia, que es mi prioridad. A mi edad tengo muchos sueños: ver crecer a mis hijas, Lucyana y Valentinna. Saber que puedo ayudarlas a cumplir sus metas es fascinante para mí; estar por muchos años al lado de mi esposo y envejecer junto a él; hacer muchas caminatas con Canela y Cocoa, y tomar muchas tazas de café. Como maestra me falta ver muchas sonrisas y recibir abrazos que me llenen de amor y felicidad.

La magia en palabras

Los últimos siete años de mi vida han sido una aventura fascinante que nunca imaginé: conocer un lugar que ni siquiera sabía que existía significó todo un reto para mí. Nunca fue mi mayor pasión ser maestra, pues mi sueño profesional era otro. Sin embargo, por cosas del destino, aquí estoy, en un pequeño rincón del municipio de Betania, Suroeste de Antioquia, llamado Ladera Arriba.

Su gente huele a café, base de su economía. Un territorio de contrastes: algunas veces incandescente, cargado de polvo y luz en el verano; otras lluvioso y abundante en arroyos que se desbordan y causan estragos en sus caminos y montañas. Sus habitantes son campesinos perseverantes, colmados de sueños, dedicados a su trabajo, ancianos llenos de gratitud y nobleza. Allí los niños y las niñas no son muchos, pero sí generosos en ternura, bondad y amor.

La escuela es un lugar pequeño y la cantidad de estudiantes poca. La mayoría inician y terminan su proceso de formación en educación básica en el mismo lugar, y son pocos los que se trasladan o desertan. Además, resalto el respeto, la responsabilidad, el esfuerzo, el compromiso presente en los estudiantes y los padres de familia, correspondido de mi parte brindando confianza, demostrando dedicación, amabilidad, voluntad y empeño en mi labor como maestra.

A medida que han pasado los años, he aprendido a conocer mucho mejor a mis estudiantes. Al ser pocos, tengo la posibilidad de compartir más tiempo con cada uno, conocer sus gustos, posibilidades, potenciar sus competencias y, por supuesto, brindar apoyo permanente. Somos un grupo diverso, cargado de sorpresas; cada quien se destaca, todos con el común denominador de la amistad, la alegría, la pasión por el juego y la felicidad infinita.

Nuestro modelo pedagógico y nuestro componente axiológico nos brindan la posibilidad de acercarnos por diferentes caminos al saber; pero, sin lugar a dudas, la Alianza ERA y la Fundación Secretos para contar, por medio de sus asesores (en nuestro caso, Luisa Vélez), nos abrieron la posibilidad de conocer medios didácticos y pedagógicos que han mejorado y fortalecido los procesos en la escuela. ¿Cómo no aprovechar todos los espacios de formación y las herramientas que tenemos en nuestras sedes?

Emplear las estrategias proporcionadas me dio la oportunidad de identificar las fortalezas y debilidades de los estudiantes, y así darme cuenta de que era menester crear momentos para los procesos de lectoescritura con la ayuda de técnicas que promovieran ambos procesos, tanto dentro como fuera de clase. Entonces, llegó un recurso más que, como caído del cielo, nos abrió la posibilidad de darles solución a nuestras necesidades. El Palabrero me abrió la ruta por la cual pude transitar junto a mis niños, y así mejorar sus competencias lectoras.

La herramienta fue la excusa perfecta para involucrar a las familias en las actividades académicas, despertar el interés de leer por medio del juego, mejorar el trabajo en varias áreas, la expresión oral y corporal de acuerdo con la edad y el grado, encontrar en la lectura una excusa para informarse y entretenerse, pero, principalmente, generar hábitos.

La idea de implementar un plan lector era parte del anexo de mis contribuciones para el año 2021. El proyecto fue planteado para ser ejecutado en las 15 sedes que conforman el CER La Merced, incluyendo todos los grados, desde preescolar hasta quinto, y la posprimaria hasta grado octavo. Los docentes podrían hacer adaptaciones de acuerdo con las necesidades y conocimientos de sus niños y niñas. Tomé como referencia del proyecto la metodología y el cronograma, el cual contiene 10 actividades, una para cada semana del período escolar, algunas realizadas en clase, otras en casa con ayuda de la familia.

La elección de El Palabrero busca despertar la imaginación y la curiosidad, leer, escribir, hablar, hacer uso de la biblioteca y, por supuesto, que sean felices a través del juego, la creación de textos y la expresión. Sin embargo, se presentaron dificultades. Pocos docentes aceptaron y ejecutaron el proyecto con sus estudiantes, y las evidencias recibidas fueron mínimas. Además de mi sede, solo la de El Bosque, donde se encuentra la profesora Lida María, y con algunos ajustes, se apropió de los conceptos y sus estudiantes pudieron disfrutar de grandes experiencias. A Lida agradezco profundamente por compartir y coincidir conmigo en reconocer que aprender a leer, como dice Mario Vargas Llosa, “es lo más importante que nos puede pasar en la vida”.

Como es común, algunas familias no les pusieron la atención necesaria a sus hijos en casa y, en ocasiones, no hicieron la tarea (los dejaron solos presentando excusas). Nos enfocamos en el objetivo inicial, y cada vez que uno o varios niños lograban desarrollar con satisfacción la tarea, compartíamos entre todos la experiencia con el fin de valorar el esfuerzo, conocer las competencias de los otros y animarlos a crear de la misma manera (o mejor) que sus compañeros.

Entre todos hemos podido compartir cuentos, descripciones, mitos, leyendas, dibujos, canciones… Hemos hablado y también tenido la posibilidad de escuchar a los demás. Los padres de familia, por medio de su participación, han compartido sus historias con sus hijos, y estos con el resto de sus compañeros, puesto que El Palabrero nos lleva a recordar, compartir, reír y sentir como propias las palabras de los demás.

Los resultados más sobresalientes están en los grados superiores, pues ellos tienen mejor dominio de la lectura y la escritura. Debo resaltar la autonomía y dedicación de una estudiante de grado cuarto y de un estudiante de grado quinto: ellos nos han sorprendido en varias ocasiones con sus creaciones, y la imaginación con la cual abordan sus historias parece no tener límite. Basados en una sencilla y renombrada historia como la Madremonte (que todos conocemos), lograron contextualizarla y traducirla a nuestra realidad, personificando y resaltando características propias de la comunidad.

Confío en que con el transcurso del tiempo más docentes se den la oportunidad de conocer la propuesta y llevarla a la práctica. Aunque nuestro proyecto institucional contempla un plan lector, muchas de nuestras sedes están alejadas de la realidad, y desde hace algún tiempo nuestro currículo debería estar enmarcado en la promoción de la comprensión lectora como base del modelo escuela nueva. Siempre he estado convencida de que difícilmente se lograrán grandes avances en educación rural si los estudiantes no pueden aprender a leer. No podemos quedarnos en educación tradicional, cuando actualmente tenemos un sinfín de herramientas tecnológicas y escritas apropiadas para optimizar nuestras prácticas educativas. El buen desempeño e interpretación de las herramientas educativas será la base en la formación de niños y niñas con mayor capacidad de asombro, ubicación en la realidad y construcción de sueños posibles o no para su futuro.

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