Alianza ERA

Educación Rural para Antioquia

Familia que lee unida tiene recuerdos de por vida

Lizeth Estéfani Gómez Escarpeta

Sede Campamento, Institución Educativa Rural Piedras Blancas

Oriunda del municipio de Carepa, sociable y servicial, cualidad heredada de mi familia, tuve una infancia muy divertida, llena de tardes de amigos, juegos, risas y compinches.

Soy inquieta, creativa, amante del arte, del color, apasionada por la educación y la recreación, docente rural a pesar de los obstáculos. Mi mayor motivación es el legado e impacto positivo que pueda dejar por donde Dios me permita pasar. Sueño con aportar a ese cambio social que tanto pedimos, con rescatar esas tardes de juegos tradicionales, con una educación de equidad, que brinde las herramientas humanas, tecnológicas y socioemocionales que puedan inspirar un camino hacia la paz.

Familia que lee unida tiene recuerdos de por vida

Acciones como leer, escribir y entender distintos textos y señales son necesarias para el desarrollo de la vida diaria de las personas, ya que son clave para una buena comunicación.

Esta iniciativa surgió luego de observar en los estudiantes de los grados tercero, cuarto y quinto la dificultad al leer y resolver por sí mismos ciertas actividades. Esta situación generaba atrasos en el desarrollo de las clases, inseguridades, desmotivación y preocupación entre algunos padres. Tal panorama despertó en mí la necesidad de ayudar, de buscar estrategias para que los alumnos pudieran mejorar académicamente. Empecé con la idea de fortalecer en ellos la confianza para que entendieran que son capaces de lograr lo que se proponen, y para esto utilicé juegos (representación de personajes, mímicas, adivina el animal, etc.), rondas infantiles, títeres hechos con material reciclable, conversatorios y otras actividades que me ayudaron a conocer muchos de sus gustos, y, así, responder a necesidades particulares y grupales.

En la búsqueda de métodos, llegó una oportunidad maravillosa para aprender y cambiar muchas cosas sobre mi labor como docente y de la escuela tradicional: la Alianza ERA nos dio el taller sobre bases de los aprendizajes, instaló el Centro de Recursos de Aprendizaje (CRA) en la escuela y nos dotó con libros para las familias como Plan lector y Reconocer, que incentivaron la lectura en el hogar.

En el aula escogíamos lecturas al azar, realizábamos retos y el que ganara elegía qué guías íbamos a trabajar. Esto armonizaba la lectura a través de la lúdica, complementada con una excelente estrategia llamada actividades de conjunto: por grupos de trabajo, teníamos saludo, oración, juego, lectura y conversatorio sobre lo leído. Fue la oportunidad perfecta para incentivar la participación de todos los estudiantes, sin importar el grado que cursaran ni la edad. Por ejemplo, los estudiantes de los grados preescolar y primero se encargaban en cada grupo de dar la bienvenida, con saludo y oración; los de segundo y tercero, de realizar la dinámica o el juego; y los de cuarto y quinto, de la lectura y de guiar la conversación posterior a esta. Las actividades de conjunto sirvieron para fortalecer el respeto a la opinión de los demás y para aprender a esperar el turno de hablar.

También comprendí que la familia no puede quedar apartada de la educación de sus hijos, sobrinos o nietos, porque el hogar es el primer lugar de apoyo para el niño y la niña. Por tanto, empecé a compartir con los acudientes mis inquietudes sobre el acompañamiento necesario a los procesos de ellos, y a poner el énfasis en aquellos estudiantes que requerían de una atención especial. Asimismo, compartí ciertas sugerencias, como que utilizaran el Plan lector para leer en casa por las tardes y que los acudientes sacaran 10 minutos para escucharlos en este ejercicio de lectura en voz alta, con tareas que no fueran tan complicadas. La idea era ganármelos, conquistar a esas familias, ¡en el buen sentido de la palabra! Y así lo hice: planeé actividades como lecturas de cuentos antes de dormir y les pedí que me enviaran fotos y otras evidencias. También, la lectura de un texto en específico y la realización de actividades en familia que proponían el Plan lector y Reconocer.

Creé un espacio para desarrollar procesos de conciliación entre mis estudiantes cuando tenían una dificultad: que no querían compartir con algún compañero, una agresión física o verbal. Adecué un lugar en el aula de clases para este propósito, y cuando se presentaba una situación, los involucrados lo utilizaban para dialogar y leer cuentos sobre valores humanos y ética (amistad, cooperación, compromiso). Dialogaban sobre ese valor y sobre a qué los invitaba el cuento, evaluaban sus acciones, se daban un estrechón de manos u abrazo y entendían que las escuelas y la comunidad son espacios para la sana convivencia. Este ejercicio me ha resultado muy positivo, ya que han aprendido que todos somos diferentes y que, cuando tienen un conflicto, es mejor llegar a acuerdos mediante el diálogo.

Campamento Lector es una actividad que llevé a cabo en mi comunidad educativa en la cual involucré a los acudientes. Fue un agradable espacio de lectura, al que estudiantes y acudientes llevaron cojines, cobijas, peluches y objetos significativos para ellos. La idea era que se sintieran tranquilos y relajados, que cada familia fuera consciente de regalarse un rato dedicado a los suyos y de que leer no está pasado de moda, que es una actividad que deja recuerdos de por vida. Me gustó la participación activa de los acudientes porque leyeron, jugaron, se rieron y les expresaron su amor a mis estudiantes. Fue un momento familiar en el que se fortalecieron los vínculos entre la comunidad y la escuela.

Otra estrategia que implemento para mejorar los procesos de lectura: antes de terminar nuestra jornada escolar, cada estudiante hace una lectura de 20 minutos. Este momento se ha convertido en un hábito: ellos, al calcular que ya casi nos vamos para la casa, preguntan que si pueden empezar a leer. Ha sido gratificante ver que no se ha tratado de una imposición, ya que puedo observar que leen por gusto. Ahora conocen mejor los libros que contiene su biblioteca y han prestado atención a mantenerla en orden.

Después de aplicar todas estas estrategias, pude evidenciar mejoras en la lectura, la escritura, comprensión, autonomía y seguridad en mis estudiantes. Todo esto se refleja positivamente en las notas, y me animan a continuar y complementar este tipo de metodologías.

Es maravilloso que a través de pequeñas acciones se puedan lograr momentos de aprendizajes significativos, de recuerdos que perduren en la memoria de las familias. Muchas gracias a la Alianza ERA y a la Fundación Secretos para contar por apoyar estos procesos y brindarnos materiales bibliográficos y didácticos que llenan de conocimiento y mucha alegría a estudiantes y docentes.

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