Sede Principal, Institución Educativa Versalles
Sede Principal, Institución Educativa Versalles
Nací en una tierra dulce y soleada, pero el viento me llevó a las lejanas colinas de Antioquia hace cinco lustros. Allí crecí como un cazador de historias entre papeles amarillentos, testigos de épocas de esclavos y caballeros. En mi senda, acompañado siempre por mi hermosa familia, se cruzaron el arte y la técnica, que avivaron mi pasión por aprender y relatar. Este camino me llevó a un balcón de bellos paisajes llamado Versalles, donde la naturaleza pinta atardeceres de ensueño y donde el alma comunitaria es cálida y acogedora. Mis muchachos, jóvenes de espíritus inquietos, son almas sensibles y versos en movimiento, en cuyos corazones impulso la pasión por descubrir el mundo que se encuentra más allá del horizonte.
Cuenta la sabiduría popular que poco a poco se anda lejos. Esta historia comenzó en un hermoso día de abril de hace cuatro años, cuando, con enormes expectativas y ganas de hacer algo diferente, iniciamos este proyecto. Y lo digo en plural, porque la fortaleza de él ha sido su construcción colectiva. Versalles, un corregimiento del municipio de Santa Bárbara, es el pueblo donde todo comenzó, un lugar frío y filudo, tan largo como sus famosos chicharrones carnudos y las filas de camiones que lo transitan, y donde las esencias de mango y café impregnan la atmósfera. Una atmósfera llena, a veces, de neblina helada, tan densa que no deja ver a cinco pasos y que obliga a cubrirse con capas y capas de sacos y chaquetas.
El calor de los versallenses atempera el clima y revela una comunidad con un pasado rico y lleno de experiencias maravillosas. En Versalles descubrimos una juventud llena de retos en materia digital y ansiosa por tener nuevas oportunidades vocacionales. Por esta razón, mi espíritu de investigador recibió una inyección de motivación y, al cabo de un tiempo, luego de entrar en confianza con mi pana, el docente Edison Marín (que ahora está en Donmatías), diseñamos una estrategia extraordinaria que combinó la imagen, la técnica y la memoria, denominada Proyecto Multimedia.
Esta innovadora propuesta estableció sus premisas: para cambiar la sociedad, primero hay que conectarse a ella, y pensamos que aprovechar la tecnología sería la mejor llave que abriría las puertas a los jóvenes de Versalles hacia un mundo infinito de posibilidades, en el cual pudieran explotar, con motivación y liderazgo, todo su potencial; además, para que exploraran alternativas frente a sus proyectos de vida; y, finalmente, para que contribuyeran a la preservación de la memoria histórica y el patrimonio cultural del pueblo.
El primer paso consistió en la realización de un censo para identificar entre los muchachos habilidades en las áreas de la producción audiovisual y, de esta manera, abrir un semillero de talentos. Luego, con el apoyo institucional, conseguimos equipos como cámaras, micrófonos, luces y escáneres de mano, necesarios para la materialización de las ideas del proyecto; asimismo, adaptamos un espacio que sirvió como nuestro primer set de grabación y posproducción.
La respuesta de los muchachos fue abrumadora y el proyecto, en paralelo a la capacitación de su capital humano, empezó a operar en dos frentes principales: la producción audiovisual y la digitalización de documentos históricos institucionales y de la comunidad. ¡No se imaginan cómo era el trabajo y el placer de llegar a las veredas más lejanas de Versalles, como Buenavista y Pitayó!
Teníamos una gran cantidad de ojos encima y, como no queríamos que se convirtiera en una iniciativa de mucho ruido y pocas nueces, y sabíamos que era importante hacer y contar, porque, si no se cuenta, la comunidad termina por pensar que no se hace nada, decidimos difundir nuestros resultados en redes sociales para disfrute de todos.
La acogida de nuestro trabajo fue muy positiva y, así como nos involucramos en alianzas con entidades como la Alcaldía Municipal, el canal comunitario Telemango y la Asociación Mutual Luz Divina, logramos tocar el corazón del pueblo y conectar a los versallenses, especialmente a aquellos alejados del terruño, con sus propias raíces. Nada más gratificante para nosotros que ver la alegría de las personas cuando subíamos fotografías antiguas: “La mejor época, ya me vi en la segunda foto”, “Mirá, el camión de don Fabio Calle”, “¡qué lindos recuerdos!, ¡cómo extraño mi niñez y mi juventud en mi lindo pueblo!”.
La pandemia de covid-19, que se abatió sobre nosotros como una tormenta furiosa, no hizo sino reafirmar la importancia de la tecnología para el desarrollo de nuestros muchachos. Ello nos llevó a intentarlo de otra manera y, aislados físicamente, pero con el más importante contacto del alma, continuamos nuestra labor apoyando los procesos del colegio y realizamos las ferias de la Antioqueñidad y de la Ciencia de manera virtual.
Luego de la pandemia, retomamos el semillero y, además, abrimos la línea de producción cinematográfica. También participamos como experiencia significativa y como emprendimiento en espacios y eventos de carácter local y regional. Estuvimos en la iniciativa Mercado al Parque, en la cual conocimos maravillosos emprendimientos de Santa Bárbara y municipios vecinos, y la muestra fotográfica municipal. Además, realizamos un cortometraje llamado Pa qué más ancestral que el paisaje, y tenemos otros dos en camino. Y, como si fuera poco, uno de los muchachos, gracias a los aprendizajes del proyecto, pudo montar su propia empresa de producción y cubrimiento de eventos, en la que brinda trabajo a catorce jóvenes.
Esta experiencia se proyecta hacia el futuro con la búsqueda y formación de nuevos talentos, la creación de contenidos y de un banco de memoria audiovisual con las historias de las veredas de Versalles, la conexión con otras instituciones educativas, la producción de textos históricos y el incentivo del uso responsable y creativo de la tecnología en las aulas de clase.
Dice el refrán que cada maestrillo tiene su librillo, y por eso cada experiencia es diferente; pero nuestro llamado es, precisamente, a incluir las habilidades digitales en las prácticas pedagógicas con un enfoque vocacional, y a recuperar y conservar el patrimonio y la memoria. No necesitamos muchos recursos financieros para ello, porque la tenacidad y el talento producen mejores resultados cuando las carencias económicas son mayores; y no necesitamos los equipos tecnológicos más avanzados, porque lo que verdaderamente impacta es una buena historia, y la podemos materializar con los elementos que tenemos a la mano.
Sea esta la oportunidad para abrazar a quienes nos han apoyado: el señor rector Robinson, los compañeros docentes, los padres de familia y la comunidad en general, así como a don Agustín y a don Hugo. Igualmente, a la Alianza ERA y a Secretos para contar, porque nos han inspirado a perseguir y a vivir nuestros sueños. Y, finalmente, un aplauso de pie para los muchachos que han participado en el proyecto, en especial a Miguel Ángel. A todos, gracias infinitas.