Alianza ERA

Educación Rural para Antioquia

Una aventura del pensamiento por la tierra de Newtonia

Juan Camilo Montoya Posada

Sede Mercedes Escobar de Vélez, Institución Educativa Rural Farallones

La curiosidad me parece obligatoria, constantemente me brotan preguntas, amo el conocimiento, me entretiene un libro de física, me atrapa un proceso matemático, necesito entender las cosas. Soy un tipo raro, la gente lo nota solo con verme, sin que me esfuerce, es mi esencia.

Amo la naturaleza, me revitaliza un sendero, me pone eufórico una cascada, me maravilla la existencia. Comprendo que la vida no es fácil y creo que no tiene que serlo, le admito que sea retadora y mansa, dura y cariñosa, angustiante y entretenida, que me lleve por extensos caminos, que no me niegue ninguna emoción humana justa. Viviría eternamente si fuera decisión propia. No soy místico, tan solo practico cuatro rituales: disculparme, perdonar, agradecer y buscar.

Prende, desenfoca, reenfoca.

Una aventura del pensamiento por la tierra de Newtonia

Enseñar las leyes de Newton es una de las misiones que emprendo cada año. Yo podría hablar de ellas largamente, me siento orgulloso haciéndolo, sigo analizando sus detalles solo por gusto. Podría exponer por qué han sido tan importantes para los filósofos, físicos e ingenieros. Mencionaría el genio arrogante del gigante intelectual que las acuñó. Contaría cómo ha sido mi experiencia aprendiéndolas y enseñándolas. Enfatizaría los errores comunes sobre ellas, cometidos por grandes sabios y repetidos por estudiantes en todo el mundo. Reseñaría parajes de su importancia en la historia de la física clásica y moderna. Mi voz jubilosa indicaría ejemplos críticos, de esos que ponen a prueba las creencias cotidianas. Para mí sería plenamente satisfactorio, si no hubiera un inconveniente: me quedaría hablando solo, mientras las mentes de mis estudiantes navegan por otros rumbos.

Allí están ellos ante mí cada año, pensando que las leyes de Newton no sirven para nada en la vida y que los memes son una maravilla. Conozco documentales de tres horas que me dejan estupefacto, mientras ellos creen que un tiktok de tres minutos que los hace carcajear es demasiado largo. Mis maestros me dicen que deje atrás mi discurso, que lo guarde para eruditos. Me enseñan en cambio a usar herramientas digitales increíbles, programación por bloques, creación de contenidos gráficos y audiovisuales, mentefactos, infografías, simulaciones, líneas de tiempo, metodologías activas, mapas de fantasía, foros en línea, páginas web, códigos QR, rutas de aprendizaje, embebidos, elementos del juego, paisajes de aprendizaje, toda una gama de recursos digitales interactivos. Me siento frente a la pantalla y me conecto, las exploro, me sorprendo, me aficiono, son geniales, son colaborativas, son libres, son un regalo.

Me dicen que ponga a jugar a los estudiantes, que el juego los motiva. No estoy convencido de cuáles serían los resultados, soy desconfiado. Le tengo miedo a enseñar superficialmente un conocimiento por el que siento tanto respeto. Pero me lo repiten, una y otra vez, y me van involucrando. Se forma un sueño, es concreto, alcanzable. Pienso usar la mayor variedad posible de herramientas que me han compartido, voy a crear un recurso digital que integre los diversos elementos del juego. Debe resultar motivador y debe hacerme sentir orgulloso. Tiene que ser íntegro, sólido, relevante, perdurable, digno de compartir con otros docentes para que lo apliquen, lo difundan, lo mejoren, lo engrandezcan. No puede ser superficial, debe tener la esencia de las leyes de Newton. Investigo, me fundamento, imagino, esbozo, ensayo, aprendo, exploro, corrijo, cambio, agrego, abandono, revalúo, descubro. Pasa el tiempo, se cumplen fechas. Ahora está hecho, en su versión piloto. Mis maestros están conformes, me hacen sugerencias, me desean éxito, me dan un nuevo título y ya me dicen magíster.

Newtonia es un territorio fantástico. Lo representa un mapa creado en Inkarnate y está albergado en Genial.ly. Un avatar sirve para crear una narrativa que guía a los estudiantes a explorar seis poblados, llevándolos a interactuar con recursos que he escogido con esmero. Ellos se fundamentan con videos, ideas claves y ejemplos, para luego concursar, resolver retos, encontrar claves, obtener puntos, conseguir medallas y posicionarse en clasificaciones. Los esperan un test de saberes previos, concursos de preguntas, scape room digital, exposición cooperativa improvisada y una batalla final. Pondrán en marcha mecánicas de cooperación, competencia, retroalimentación y libertad de fracasar.

Ahora ese hijo tímido debe enfrentar el aula. Lo presento y comparto un QR. Ellos sacan sus celulares y empiezan. Me quedo sentado en mi silla rotatoria, veinticinco estudiantes miran sus pantallas, están atrapados. Aparezco los primeros minutos de cada clase para recordarles lo que estamos haciendo, indicarles hasta dónde deben llegar en la jornada, y luego me siento a esperar que Newtonia haga el resto. Estoy recuperando el esfuerzo invertido. A veces soy como invisible, no tengo su atención, pero estoy orgulloso, escondido detrás del diseño del juego. Solo me buscan para solucionar detalles técnicos o para aclarar procesos matemáticos.

Tirar a Newtonia al ruedo ha mostrado la necesidad de mejorar aspectos puntuales para facilitar la interacción de los estudiantes, pero, una vez detectados, se solucionan fácil. El recurso resulta sólido y a la vez versátil. Los estudiantes registran su propio avance sin salir del juego. En mi plataforma espío su progreso, controlo el ritmo, veo sus puntajes, medallas y clasificaciones. La evaluación es automática e inmediata, porque está integrada en las herramientas digitales que he empleado; recupero entonces más tiempo.

Y es verdad, se motivan, algunos gritan de emoción al probar una clave que resulta exitosa, están inmersos. Mis maestros tienen razón, los elementos del juego despiertan emociones en nuestros cerebros que nos hacen perseguir premios simbólicos, competir en retos ficticios, seguir reglas arbitrarias, luchar contra enemigos inventados. Es psicológico, aunque parece mágico. Pero no soy ingenuo, sé que, si les dejo elegir entre Newtonia y uno de sus juegos habituales, no lo dudarán mucho. Newtonia es un recurso de aprendizaje ambientado con los elementos del juego; los estudiantes no disparan, no conducen a gran velocidad ni hacen goles fantásticos; deben aprender las leyes de Newton, no estoy dispuesto a renunciar a eso. Sin embargo, un rival sí queda rezagado, mi clase magistral tradicional. La esperanza es que el juego sea el portal de entrada para que algunos estudiantes logren intuir allí la magnificencia de la ciencia, que vayan más allá y algún día los entretenga un libro de física, los atrape una clase magistral rigurosa.

Las montañas del corregimiento Farallones se ven majestuosas desde lejos, y son maravillosas de cerca. Andarlas me hace vibrar por dentro. Pero Newtonia no es hija de allí y no quiero encerrarla tampoco; sé que no es perfecta, pero, así como es, me hace sentir satisfecho, orgulloso, y sé que puede ir mejorando. Es una semilla, sueño que brote, que crezca, que se ramifique, que retoñe, que se disperse, sin invadir, sin imponerse, con parsimonia y serenidad. Sueño con que pueda sembrarse en variados rincones, donde haya un grupo de estudiantes, internet y un maestro de física. Que sea compartida en una ciudad de España y en un pueblo de Perú. Quiero hacerla apta para personas con características auditivas diversas subtitulando todos los videos. Proyecto hacerla más vistosa, más atractiva para un público joven. Ambiciono colaboración para extenderla por todo el currículo de la física de bachillerato. Espero vincularla a otras áreas. Ojalá otros docentes se animen a usarla y mejorarla. La he dejado libre en línea, para que sea compartida, usada y transformada por la comunidad educativa.

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