Sede Libia Arriba, Institución Educativa Perla del Citará
Sede Libia Arriba, Institución Educativa Perla del Citará
El Bagre, con un clima cálido y bañado por el río Nechí, y cuya principal actividad económica es la extracción del oro, fue testigo de mi llegada a esta esfera. Gocé de una niñez llena de experiencias lúdicas propias de mi generación, donde los juegos callejeros y la interacción con el otro eran la mejor y mayor forma de construir conocimiento y generar diversión. Licenciada en Educación Básica Primaria con especialidades en Pedagogía y Docencia y Pedagogía y Didáctica, nunca contemplé la posibilidad de ser docente, pero la vida me ha llevado a disfrutar con pasión (más que por vocación) mi gran labor, la cual realizo con alegría y un deseo enorme de transformar la realidad de mis estudiantes de manera positiva.
Tierra, enséñame la quietud como la hierba se calmó con la luz.
Enséñame el sufrimiento como las viejas piedras sufren con la memoria.
Enséñame la humildad como las flores son en su comienzo.
Tierra, enséñame a cuidar como la madre que protege a sus crías.
Enséñame el valor de la soledad, como el árbol que permanece solo.
Enséñame lo ilimitado como la hormiga que se arrastra sobre tu cuerpo.
Tierra, enséñame la libertad como el águila que se eleva en el cielo.
Enséñame a despojarme de lo pesado como las hojas caen y se transforman en el otoño.
Tierra, enséñame la regeneración como la semilla que nace en tierra fértil.
Enséñame a olvidarme de mí mismo como la nieve derretida se olvida de su vida.
Tierra, enséñame a recordar la bondad como campos secos lloran por la lluvia…
Oración sioux a la Madre Tierra
Mi experiencia del ejercicio docente en la zona rural ha sido fascinante. El despertar de la conciencia está presente en cada instante, en cada acción y hecho que realizo, y me recuerda que la Madre Tierra es nuestra esencia, quien nos sustenta y nos proporciona la vida… Ella solo está ahí, siempre dispuesta a servirnos como esa madre amorosa dejándonos claro que la tierra no es de nosotros…: nosotros somos de la tierra.
… Y ahora, después de haber laborado veinticinco años en la ciudad, en esta novedosa etapa de mi vida me encuentro con esta maravillosa y única sinergia: la tierra, el campo y mis estudiantes, enmarcados dentro de un sublime paisaje, bordeado de grandes montañas, quebradas y caminos por donde transitan los anhelos de familias trabajadoras que sueñan y laboran ardua e incansablemente. Les estoy contando de la vereda Libia Arriba, ubicada en el municipio de Betania, Antioquia, un espacio encantador donde disfruto de compartir mis saberes, pero también mi esencia como ser humano. Estoy convencida de que el maestro, de manera directa o sesgada, deja una huella en sus estudiantes e intenta transmitir y contagiar sus experiencias de vida, siempre y cuando sean positivas.
La mayor fuente de nutrición saludable que tenemos los seres vivos es la tierra. De ella podemos obtener todos los beneficios alimenticios que nuestro cuerpo necesita para subsistir y mantener un buen estado de salud, tanto físico como espiritual. Los habitantes del campo tienen esta gran posibilidad. Y es aquí donde pretendemos afianzar y fortalecer ese arraigo y amor por la tierra implementando un espacio que nos proporciona vida, aprendizajes y experiencias con la comunidad.
Las posibilidades que nos brinda el campo son infinitas para enriquecer nuestra forma de alimentarnos y producir sustento orgánico. Por esta razón, pretendemos generar conciencia en nuestros estudiantes sobre la importancia de experimentar una alimentación sana a través de prácticas sustentables y que están al alcance de nuestras manos, “porque las manos que siembran saben esperar, están surcadas con las marcas del esfuerzo, son refugio de esperanza, porque en cada semilla se renuevan las ganas de creer que un futuro mejor es posible” (@meloneselabuelo).
La huerta escolar es una oportunidad y un gran espacio que nos permite contemplar el maravilloso mundo de las plantas y su comunión con la tierra, experimentar técnicas de producción y su estrecha relación con la naturaleza. La escuela, a través de estas pequeñas prácticas, puede generar conciencia y amor por la siembra, el cuidado del entorno, y promocionar un estilo de alimentación saludable, propiciando la autonomía, el sentido de la responsabilidad y el trabajo en equipo.
La huerta escolar nos ha permitido también retomar elementos importantes de los proyectos pedagógicos productivos (PPP) como herramienta metodológica del modelo de educación flexible. Con los estudiantes pequeños iniciamos proyecto de vida y, con los más grandecitos, la posibilidad de aumentar o adquirir recursos económicos con la venta de los productos cosechados. Además, hemos fortalecido aspectos importantes sobre el cuidado del entorno, el manejo adecuado de los residuos sólidos y el buen uso del agua.
Las prácticas y las actividades las hemos llevado a cabo de manera conjunta con todos los estudiantes de la sede, desde el grado preescolar hasta el grado noveno; ellos participan según la capacidad de esfuerzo y las tareas asignadas. Los docentes que me han acompañado en esta gran labor, Luz Helena Cardona Tabares y Francisco Álvarez Cortés, han representado una valiosa ayuda en términos de cooperación y colaboración. Ella ha sido mi carreta, como se define humildemente y con un gran corazón, carreta que me ha ayudado a avanzar positivamente con sus grandes y fuertes ruedas. El profe, por su parte, siempre dispuesto a apoyar en la logística y la estructuración.
Los pasos para la ejecución sistemática del desarrollo de la experiencia comienzan con la preparación y adecuación del terreno (espacio), pasando por estados y cuidados propios de una siembra, y terminan con la recolección de la cosecha, la utilización y la venta de los productos. Luego, con el seguimiento y sistematización de la propuesta y, por último, con una exposición al colectivo de maestros en el Microcentro Rural.
En todo este proceso es muy importante destacar el protagonismo que tiene la estrategia cuando de aprender y enseñar se trata. Cada situación se convierte en una hermosa y agradable excusa para contar, leer, escribir, investigar, jugar, compartir y soñar… En síntesis, aprender para la vida.
Esta hermosa experiencia nos ha permitido involucrar a los padres, madres y cuidadores en las actividades pedagógicas de formación y de comunidad, siendo protagonistas al lado de sus hijos en los procesos de siembra, cuidados, recolección y disfrute de las cosechas.
Han recibido con agrado, por ejemplo, la invitación a mejorar el valor nutricional de la lonchera de sus hijos reemplazando el mecato por alimentos sanos, para así, además, contribuir a la reducción de los residuos sólidos contaminantes que generan los productos empacados.
La propuesta ha evolucionado de forma positiva y sistemática en el transcurso del año escolar y ha tenido un impacto significativo dentro de la comunidad. Pretendemos continuar fortaleciendo la estrategia, de suerte que se convierta en una posibilidad económica y sustentable para nuestra colectividad.