Sede Primaria, Institución Educativa Rural Puerto Claver
Sede Primaria, Institución Educativa Rural Puerto Claver
Soy Visney María Jaraba Correa, una bagreña de corazón que disfruta cada momento de su vida con pasión y entrega. Agradecida con Dios y con una sonrisa enorme, siempre dispuesta a ayudar y dar lo mejor de mí, amante de recorrer diferentes lugares tomando café y capturando los atardeceres que brillan como el oro de mi tierra. En lo más profundo de mi ser llevo a mis padres y a mi hija, son ellos mi punto de partida, pero también el puerto al que siempre puedo llegar y el ancla que me abraza cuando la tormenta intenta derribarme. Ellos son parte de mis sueños y mi amor, me inspiran sabiduría, paciencia y la vocación por lo que soy y hago.
Con inmensidad de recursos naturales y cerca de la serranía de San Lucas se encuentra el corregimiento de Puerto Claver, de calles empedradas cálidas y bañado por el majestuoso río Nechí. Habitado por familias resilientes y pujantes, y, en su corazón, la institución educativa rural, un espacio que con amor y devoción acoge a los niños y niñas para ofrecerles la mejor educación.
Cada mañana, los adultos se levantan antes de salir el sol y, con el canto del gallo, barequean con sabor. La pala, la pica y el cajón son las herramientas para buscar el precioso metal que debajo de la tierra está. Mientras tanto, los más pequeños van a la escuela y con hermosas sonrisas llegan a saludar, llenos de expectativas y con muchas ganas de jugar.
Aquí abunda la diversidad; las diferentes formas de ser, pensar y actuar no se hacen esperar. En cada estudiante hay una historia para contar, unas creencias que respetar, al igual que pensamientos e ideas para escuchar. Aprender, enriquecer y transformar es lo que hace especial a este lugar; en cada aula hay mucha tela para cortar y todos los días una vivencia nueva se ha de presentar, ya que todas tienen algo que manifestar.
Sin embargo, y como es normal, en algún momento también se presentaron circunstancias difíciles de solucionar. Estas situaciones fueron afectando el desarrollo de los estudiantes en el ámbito emocional, social, cognitivo y corporal. Los conflictos entre pares, las peleas, las discusiones y los juegos bruscos se convirtieron en el pan de cada día, y rompieron los lazos de amor, afecto y compañerismo, crearon ambientes difusores, y llevaron a que muchos de los niños perdieran las ganas de ir a la escuela y el interés por aprender.
A esto se le suman las problemáticas que las familias a diario pasan y que muchas veces no saben cómo sobrellevar. El territorio sufre con la violencia, que no lo deja descansar, y, en ocasiones, el fuerte sonido de las balas irrumpe en la tranquilidad, sembrando miedo y zozobra en la comunidad. Además, se añade la pobreza, el abandono estatal.
Todas estas experiencias se transformaron en oportunidades de mejora. Comencé a pensar, planear y ejecutar estrategias que involucraban el juego, el arte y la creatividad, porque son formas seguras y saludables de expresar emociones, de canalizar sus sentimientos, con el fin de ayudarles a comprender y gestionar sus emociones.
Y, como en todo comienzo, los diálogos intencionados no se hicieron esperar. Preguntas como “¿por qué creen que las personas se pelean?”, “¿cómo te gusta que te traten?” y “¿a quién le gusta que le peguen, lo muerdan o arañen?” fueron detonadoras para seguir vivenciando otras acciones más concretas.
Estas actividades estuvieron enmarcadas dentro de un ambiente natural y contextual, de acuerdo con aquello respecto de lo cual los niños y las niñas mostraban interés, empezando por los juegos dirigidos y de roles, donde cada uno se apropiaba y desempeñaba un papel único, dejando volar la imaginación y la inspiración.
También se provocó la creatividad a través de las pinturas libres, las manualidades y el contar historias propias, permitiéndoles así compartir sus preferencias en cuanto a colores, olores y sabores. Además, se les motivó a realizar un autorretrato y un dibujo para un amigo como una manera de reconocerse a sí mismos y a los demás. Y, para dinamizar y conectarlos con situaciones similares, se escucharon audiocuentos que abordaban temas de igualdad, respeto y amor hacia los otros, incitando a la reflexión frente a los comportamientos y actitudes que manifestaban dentro y fuera del aula de clases.
A lo largo de esta experiencia, cada uno de los niños y las niñas del grado preescolar 2 demostró tener habilidades y talentos únicos, lo cual se tornó en un puente para fortalecer la complicidad, la amistad y la unión, y en una herramienta fundamental al momento de explorar, crear con libertad y confianza nuevas formas de pintar, dibujar y jugar, con el objetivo de dejar una huella duradera en sus vidas.
Se comprobó que los niños y las niñas aprenden a convivir y a socializar mediante los espacios intencionados, como son los juegos en grupo, la colaboración y participación, y la interacción en los diferentes proyectos. A través de estas experiencias los estudiantes aprenden a comunicarse, a comprender las emociones de los demás, a resolver conflictos y a cooperar. Adicionalmente, tienden a tener relaciones más saludables con sus compañeros, un mejor rendimiento académico, y a enfrentar de manera más efectiva los desafíos emocionales y las situaciones conflictivas.
Esta experiencia se basó en el uso de estrategias pedagógicas, artísticas, lúdicas e innovadoras que transformaron las actitudes, pensamientos y comportamientos de los niños y las niñas, mejorando la convivencia entre ellos. Es esencial seguir trabajando incansablemente en el preescolar y en todos los niveles de la escuela, para que el buen trato, el respeto, el diálogo y la resolución pacífica de conflictos sean una rutina arraigada, ya que benefician al estudiante, pero también impactan y brindan oportunidades para que los padres de familia, los docentes y la comunidad en general reflexionen frente a cómo se están llevando las relaciones interpersonales con los estudiantes.
A ti, maestro apasionado y comprometido con la formación de calidad y la conciencia de los niños y las niñas, te hago una invitación: utiliza estos espacios, estas estrategias y experiencias para que tu enseñanza vaya más allá del saber, siembre semilla de amor, paz y reconciliación en los corazones de tus estudiantes, cultive valores, sueños y esperanzas, porque eres sinónimo de luz en medio de la tempestad.
Y no se puede olvidar que en las escuelas rurales se siembra el conocimiento como se cultiva la tierra: con paciencia, dedicación y fuerza, para que las raíces sean tan profundas que fortalezcan el futuro de las comunidades.
No quiero dejar de agradecerles profundamente a la Fundación Secretos para contar y a la Alianza ERA, ya que con sus estrategias transforman, incluyen y reconstruyen el tejido social.