Alianza ERA

Educación Rural para Antioquia

Aerofresas

Leao Simón Rodríguez Delgado

Sede Alegrías, Institución Educativa Juan Pablo Gómez Ochoa

Eu sou um Leão (León en portugués), fue el nombre que mis padres me heredaron. Vengo de hermosas tierras montañosas y fructíferas, ricas en historias de lucha, que me llenan de orgullo por mi origen en las faldas de Urkunina. Adoro estar en Alegrías, nombre de mi escuela, que evoca mis raíces familiares en el campo y el dulce aroma del café. Allí asisto todos los días a ver a mis estudiantes, con quienes transformé mi pasión hacia la ingeniería por la tiza y el tablero. Mi esposa y, en especial, mi hija son mi todo. Siento que la vida me ha enseñado a ser un buen padre, pero siempre intento mejorar para darle a mi Toñi el mejor ejemplo y, por qué no, también a mis estudiantes.

Aerofresas

Recuerdo con pasión el momento en que finalicé mis estudios de ingeniería, pero, después de años llenos de aprendizaje y de realizar diversos proyectos, me detuve a pensar sobre cuál sería mi próximo paso. Después de meditarlo me di cuenta de que necesitaba trazar mi propio camino con un propósito claro y definido. Fue entonces cuando llegué a Caramanta, un rincón del Suroeste de Antioquia, junto a mi esposa y nuestra mascota, una perrita llamada Abril. Este lugar me sorprendió con sus casas coloridas y coloniales, su hermoso parque adornado con árboles y esculturas, y una iglesia que, al igual que en los pueblos de mi región, destacaba y cautivaba a primera vista. Esta experiencia me dio una señal clara: estábamos destinados a conectarnos con la zona rural, y pronto conocería Alegrías, sector aún más sorprendente, donde se encuentra mi sede educativa.

Al día siguiente tuve el encuentro que marcaría el inicio de una nueva etapa: conocí a don Héctor Bolívar (porque de donde vengo todos son dones y doñas), quien sería mi jefe. En nuestra primera conversación, que rápidamente se convirtió en una entrevista, don Héctor me preguntó:

—¿Y cuál es tu experiencia?

“En la docencia, muy poca”, pensé, pero había estado involucrado en algunos proyectos en los que tuve la oportunidad de asumir el rol de enseñar a estudiantes de pregrado en ingeniería. Entonces comencé a describirle una idea de proyecto, en la cual estaba trabajando desde hacía un tiempo.

Cuando mencioné que el proyecto se centraba en un cultivo aeropónico de fresas, don Héctor se mostró sorprendido.

—¿Aeropónico? ¿Y eso de qué trata? —dijo. Le expliqué que el cultivo aeropónico permite el crecimiento de plantas sin necesidad de tierra. Esta técnica reduce la necesidad de espacio, disminuye el consumo de agua y mejora la eficiencia en la entrega de nutrientes a las plantas. La reacción de don Héctor fue entusiasta:

—Sería impresionante si en algún momento pudieras replicar esa experiencia con los estudiantes —me dijo. Esta conversación se convirtió en la fuente de inspiración que impulsaría nuestra futura experiencia educativa.

No fue sencillo comenzar. Tenía el desafío de adaptarme a una nueva cultura, tradiciones y necesidades que influirían en mi aula de clases. Sin embargo, las repetidas interacciones con mis estudiantes, entre una clase y otra, me generó confianza, y nuestras conversaciones me ayudaron a entender sus intereses.

Un día escuché a algunos de mis estudiantes hablar sobre lo aburrido que era trabajar la tierra y sobre sus aspiraciones de salir a Medellín. Vi una oportunidad en ese momento, así que pregunté:

—¿Alguno de ustedes está interesado en la robótica y la programación?

—Muchos de ellos mostraron curiosidad, pero, antes de que pudieran responder, les anuncié emocionado—. ¡Mañana, después de clases, iniciaré un club de robótica, y quienes estén interesados pueden quedarse!

El día había llegado y no tenía vuelta atrás. Mientras las clases se acercaban a su fin, me asaltaban preguntas: “¿Cuántos estudiantes vendrán? ¿Cómo comenzaríamos?”. Observé que todos se despedían con un simple “chao, profe, nos vemos mañana”, y se iban de la institución, uno tras otro. Con un atisbo de preocupación entré a mi aula preguntándome: “¿Será que comprendieron que el club comenzaría hoy?”; e intentaba justificar por qué nadie había llegado aún. Comencé a preparar mi maleta para salir y, cuando estaba a punto de irme, un grupo de estudiantes salió de uno de los salones, y me sorprendieron con su pregunta:

—Profe, ¿ya se va? ¡Porque estamos listos! Estos estudiantes no solo se habían encargado de limpiar el salón, sino que estaban entusiasmados por iniciar. Cuatro estudiantes, que luego se convirtieron en un grupo de diez, fueron los que se embarcaron en un proceso de investigación sobre las necesidades y desafíos que enfrentaba su comunidad. Se sumergieron en un análisis de sus propios aprendizajes y pasiones, y, al final, decidieron canalizar sus conocimientos hacia un proyecto relacionado con la agricultura en la región.

Fue en ese momento cuando recordé la conversación que había tenido con don Héctor y les presenté un sueño: “Cultivar fresas aeropónicas”. La expresión en sus rostros, llena de emoción, me hizo dar cuenta de que había capturado su interés al contarles sobre fresas flotando en el aire, cultivos en vertical, nubes de nutrientes y un control total a través de internet.

Llegó el momento clave, y todos empezaron a colaborar siguiendo una metodología de trabajo basada en el pensamiento de diseño (design thinking). Cada uno de nosotros asumió un rol específico: investigadores, diseñadores, programadores y electrónicos, porque, como dicen, quien mucho abarca poco aprieta.

Los investigadores jugaron un papel fundamental en el inicio del proyecto. Nos recordaron que el término aeroponía se deriva del griego, donde aero significa ‘aire’ y ponos significa ‘trabajo’. Siguieron los diseñadores, quienes le dieron vida a nuestra visión tanto en el mundo digital como en el físico. Crearon una estructura cuadrada utilizando tubos de PVC reciclados y la cubrieron con plástico. El resultado se asemejaba más a una nave espacial que a un cultivo, con agujeros en el plástico para albergar las plantas. Sus raíces quedarían en el interior, mientras que las partes superiores de las plantas, con los frutos, crecerían hacia afuera.

Mientras tanto, nuestros expertos en electrónica estaban ocupados pensando en los dispositivos necesarios para hacer realidad nuestro proyecto. Hablaban en voz baja sobre un humidificador para crear la nube de nutrientes dentro de la estructura, un ventilador para distribuir esa nube y una bomba de aire para mantener el ambiente oxigenado.

Fue entonces cuando los programadores entraron en acción y señalaron la complejidad del proyecto. Expresaron su preocupación por la multitud de variables que debíamos controlar, como la temperatura, la humedad y los tiempos de riego. Pero, además, se les ocurrió que en la aplicación podían implementar lo aprendido en el libro La finca viva para llenar el registro de las fresas sembradas, la alelopatía entre plantas y la distancia entre ellas, toda una recopilación de información complementada por los investigadores.

A pesar de la magnitud del desafío, los programadores no perdieron el ánimo. Como uno de ellos dijo con determinación:

—Ya estamos pedaleando en esta bicicleta, y, si dejamos de hacerlo, nos caeremos.

Con esta mentalidad nos embarcamos en una emocionante travesía tecnológica para hacer realidad nuestras fresas aeropónicas.

La tecnología avanza a pasos agigantados, y qué mejor manera de retribuir que compartiendo estos avances con las comunidades rurales. Aquí estábamos, con nuestro proyecto que parecía sacado de un mundo distinto, que rompía moldes y despertaba la atención por su innovación. Y cada vez que se ponía en marcha, parecía encender unos bombillitos que iluminaban no solo el espacio, sino también las mentes de quienes lo presenciaban.

En medio de toda esta tecnología futurista estaban las hermosas plantas de fresa creciendo en un entorno inusual pero próspero. Este proyecto nos recordaba que todo había comenzado como una respuesta a nuestras necesidades, pero que lo más valioso y esencial siempre sería el cuidado y el amor por la naturaleza que nos rodeaba.

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