Sede Morrón, Centro Educativo Rural Casa Grande
Soy Maritza, una mezcla entre el mar y la risa.
Una mujer soñadora que encanta con su sonrisa.
Me gusta la naturaleza y escuchar la suave brisa.
Soy oriunda de Amagá, tierra de café y de minería,
donde nació Belisario Betancur, hombre de las montañas y la arriería.
En esta tierra antioqueña me he formado como docente,
llegando a diferentes rumbos a transformar con mi mente.
Enseño a mis estudiantes gracias a la lectura
a imaginar las maravillas que se les ocurren con locura.
A los lugares donde llego quiero mis huellas dejar,
para que me recuerden con cariño, de forma particular.
No siendo más mis palabras voy a dejar hasta acá,
espero que los cautive mi forma de narrar.
Mi historia como maestra es un relato singular, por eso esta experiencia hoy se las cuento de una manera diferente que a todos pueda encantar. Terminando mi bachillerato no sabía qué estudiar y acabé formándome como docente en la Normal Superior de Amagá. Y, como dice el refrán, más vale prevenir que lamentar, me propuse estudiar con esmero y finalizar la universidad, aunque, con muchas dificultades y poca forma de devengar, casi me doy por vencida, pues no tenía cómo mi deuda saldar.
Empecé laborando en una escuela privada, donde había mucho trabajo y poco pago al facturar; luego terminé trabajando en la ruralidad, donde me he formado como maestra con alta rigurosidad. Allí he ratificado el amor por transformar. Y a través de la lectura sí que lo he sabido aprovechar.
En Concordia, Antioquia, arranca esta historia genial liderando los procesos de lectura y las formas de dibujar. Con veintiún estudiantes empezamos a representar el sentir de sus emociones y maneras de argumentar. Y como la fe mueve montañas emprendo a crear diversas estrategias para la forma de enseñar. Entre ellas la lectura en voz alta como estrategia esencial, teniendo en cuenta las herramientas de Secretos para contar.
Todo comienza en las mañanas con un saludo formal, ambientamos el espacio de una manera especial, y nos ubicamos en círculo para a todos presentar el libro elegido para trabajar. En mi rol de cuentera empiezo a escudriñar cada fonema y cada signo que a otro universo los transportará, entonando diversos sonidos para poder hechizar con las historias que mis niños luego ilustrarán.
Después los invito a conversar, para que hablemos entre todos y saquemos el valor que habremos de practicar; continuamos con la enseñanza que nos deja la lectura, para formarnos como personas y transformar la locura.
Entregando los libros Waldorf comienzan a crear y a plasmar el contenido que imaginando van. Ya todos reunidos empezamos a escuchar las historias de los niños que con emoción relatando van.
Al finalizar la semana las familias hay que motivar y con el préstamo de libros lo podemos alcanzar, otorgando valor significativo a un lugar sensacional, que es la biblioteca de nuestras sedes, un espacio magistral. Los estudiantes se van felices y el lunes, al regresar, cuentan sus historias y transforman la realidad, pues comparten sus ideas y valores sin cesar, contagiando a los más grandes con su espontaneidad.
Y para la muestra un botón los siguientes logros hemos alcanzado ya, porque se comprobaron grandes cambios que he evidenciado en realidad:
Pero en esta historia no todo es alegría, con algunos padres ha sido duro el partido al no saber leer, ¡oh!, qué desafío, aunque en este proceso mucho se ha insistido.
Y este es el camino al cual yo me dirijo, vinculando los libros para que practiquen lo aprendido. Por eso cada día planear cobra sentido, porque de esta forma promuevo e incentivo diversos textos en lo narrativo y abro al mismo tiempo ambientes y aprendizajes significativos.
Como maestra muchas tareas quedan por hacer. Posibilitar el vínculo de los docentes en el CER, para que en sus clases existan la lectura y el saber, y evolucionar de esta manera las formas de aprender.
La oferta no es fácil, lo entiendo muy bien, pero con dedicación y esfuerzo avanzaremos también; en microcentros y reuniones nos potenciamos para crecer el sentido de la palabra en nuestra función del ser. Y al mal tiempo buena cara todos debemos poner.
Agradecimientos infinitos a la Alianza ERA, que me ha permitido retomar esta carrera, recordando mis procesos y estrategias al leer, los cuales había dejado en el baúl del ayer. La Alianza con sus capacitaciones fortalece mi quehacer, vislumbrando los caminos que debemos recorrer, resignificando la docencia y las formas de promover escenarios divertidos para escuchar y comprender.
De esta experiencia significativa las gracias quiero dar especialmente a mis estudiantes de primaria en la ruralidad, que con su dedicación y perseverancia me enseñaron a crear diferentes formas de trabajo al momento de enseñar.
Además de sus sonrisas, los abrazos que me dan son mi mayor regalo cada día al despertar.
Invito a las personas para que se motiven a leer, a descubrir el mundo en un sinfín de aventuras, que cada hoja que pase nos haga comprender que en la vida hay que sortear hasta las verdes y las maduras.
Por último, recordemos que la lectura nos forma, nos hace comprender y transforma la historia que nos impulsa a crecer.