Vilma Cristina Yepes Gaviria

Hace unos meses…

“¡Pa-sa-tiem-pos!”, presume Samuel al sacar de la bolsa su papelito y leer silábicamente su sección, que forma parte de la ejecución de un nuevo instrumento pedagógico llevado a cabo en La Trinidad…

Trece años y cuatro meses atrás…

“Vilma Cristina Yepes Gaviria…”, escucho mi nombre. Parece que el corazón se me fuera a salir mientras me dirijo a la mesa donde tres administrativos con cara de póquer aguardan para esperar mi decisión. Preguntan:

—¿La Trinidad?

—Sí, señor —respondo. —Tiene diez días para tomar posesión, firme aquí…

—¿La Trinidad?, ¿ya le dijeron que es una vereda de difícil acceso y camino de herradura? —añade la encargada del SIMAT de Montebello, informando a modo de cuento de terror o algo peligroso. Por un momento vacilé, aun así seguí sus instrucciones.

Luego de cuatro horas de camino, llego a la sede, en ese entonces CER; pienso: “¿Qué necesidad tengo de venirme hasta el ___ del mundo?”. Un joven de cola, bien acuerpado, me recibe y se presenta como el presidente de la Junta de Acción Comunal; me muestra las instalaciones y su madre, junto con una vecina, nos ofrecen un preparito …

Una minúscula figura, frágil y descalza, se asoma a la cancha, agita su mano y me dice:

—Hasta el lunes…

La inspiración…

En la vertiente occidental de la cordillera Central, y aún por el viejo camino de herradura que fue paso obligado para los conquistadores españoles, a unos diez kilómetros de la cabecera municipal, entre cafetos, y bañada por ricos manantiales de los ríos El Buey y La Miel, así como de la quebrada Sabaletas, se exhibe, erguida, sutil, casi mágica, la sede La Trinidad.

Pese a sus más de cincuenta años, parece que Cronos ha sido benevolente con ella: su estructura firme y fresca perdura, gracias a las manos diligentes de padres de familia y estudiantes que la mantienen muy conservada. Este espacio, por años, ha sido el laboratorio de diversas propuestas e iniciativas, testigo de conflictos en épocas de violencia, cómplice de muchas generaciones y anfitriona de celebraciones.

Hoy en día…

…Continúo repartiendo trozos de papel sumergidos en una bolsa de tela, que tienen escritas las secciones sobre las que hemos acordado escribir. Observo sus caras, algunas expectantes, otras traviesas y maliciosas, incluso, unas evitativas y nerviosas…

Grafías que son noticia es el instrumento pedagógico que cobra vida a partir de la dificultad que observé en mis estudiantes para realizar escritura creativa, narrativa, expositiva y, con más razón, persuasiva. Veía como había una desmotivación y bloqueo cada vez que les proponía inventar un cuento, e inclusive seguir una historia a partir de unos elementos dados. En vista de este tropiezo, importante para la construcción de conocimiento y para afrontar pruebas externas, se me ocurre aprovechar las actividades de conjunto como una estrategia pedagógica por medio de la cual llevar algunas provocaciones para desarrollar la fluidez oral y escrita. Por ejemplo, ubicaba en el centro del salón un objeto para que lo describieran. Les decía:

—Debe quedar tan bien que, si le cuentas a una persona que no ve, ella podrá identificar el objeto, la persona, el animal o el lugar…

Luego, subimos el nivel, y en los cuadernos empezamos a escribir lo que entendíamos de una noticia escuchada u observada en televisión. Posteriormente les pedí que trajeran noticias escritas.

Al ver su motivación, continué desarrollando la estrategia con otras adaptaciones, a saber: escribían sobre acontecimientos del contexto.

—Vamos a escribir lo que le pasó al caballo de doña Teresa

—¡Se mató! —se escuchó en el fondo. Y así con varios acontecimientos de la vereda. “Chismes, pero bien contados”.

Seguí explorando la estrategia, poco a poco se anda lejos, y decidí asignarle a cada uno una sección, como en un periódico formal: pasatiempos, cultural, científica, deportes, literaria, entretenimiento, hasta edictos. Me di cuenta de que les encantaban las secciones de pasatiempos, entretenimiento y la cultural; también identifiqué que, cuando le decía a cada niño “a usted le tocó esta u otra”, venía un conflicto.

—¡Otra vez me tocó esa! ¡Qué pereza!

No hay rosas sin espinas; entonces, para solucionarlo, en papelitos escribí cada sección y a una bolsa fueron a parar. Así, a manera de sorteo, no se generaba malestar y había más posibilidades de que todos escribieran sobre diferentes temas. Cuando repiten y se enojan, les digo:

—Usted lo sacó. La estrategia ha permitido la transversalización de áreas, puesto que, para realizar la escritura de algunas secciones, por ejemplo, la científica, es necesario investigar datos curiosos sobre ciencia que son muy específicos. Entonces, con la ayuda del computador, sacamos la sección adelante, y así mismo con otros temas.

El trabajo colaborativo presente en escuela nueva no se hace esperar: los más pequeños participan con la realización de los dibujos según la noticia, mientras los más grandecitos explican el contenido y su trabajo es plasmar en un gráfico lo entendido.

El sueño…

Pienso que el próximo año, luego de socializar en el Microcentro la experiencia con otros docentes, podemos empezar a compartir los escritos entre las sedes a través de las redes sociales y, a mediano plazo, un imprimible colectivo.

En resumen…

Los estudiantes han participado activamente de la experiencia. Cuando no hay tiempo de escribir durante la semana, me reclaman y me dicen:

—Esta semana no escribimos.

El proceso de escritura conlleva cinco etapas: una de ellas se da antes, la otra en la escritura misma y las tres restantes son posteriores. Como se puede ver, es más lo que se hace cuando se tiene el escrito, pero mucho más importante es lo que sucede antes de escribir, pues la escritura es la habilidad de traducir en grafemas una idea.

En razón de lo anterior, se debe procurar, desde etapas iniciales, cultivar la creatividad como principio de esta importante y delicada habilidad. Los docentes, como inspiradores en nuestras aulas, debemos fomentar la imaginación y la creatividad, con el fin de motivar a la construcción de diversos textos, pues “escribir es la manera más profunda de leer la vida” (Francisco Umbral).