Alianza ERA

Educación Rural para Antioquia

Volar en las alas de los libros

Jorge Eliécer Zapata Aristizábal

Sede El Barcino, Institución Educativa Rural Carbonera

Amo la magia de las altas cordilleras verdes de mi hermosa región antioqueña. Allí, en las estribaciones de la cordillera Central, municipio de San Andrés de Cuerquia, vereda San Miguel, nací yo, Jorge Eliécer, una mañana de domingo, según cuenta mi madre. Este lugar apartado y perdido en las montañas y mapas fue también la cuna de mis padres y mis ancestros. Primogénito de dos jóvenes campesinos, quienes emigraron a la gran ciudad, Medellín, ambos anhelaban un mejor futuro para sus hijos, especialmente por la oportunidad de estudiar. Hoy, después de años de ejercer la docencia, mi propósito es devolver una parte de mí a mis orígenes (la ruralidad) acompañando a los chicos a volar en las alas de los libros.

Volar en las alas de los libros

“Leer es soñar con los ojos abiertos, es viajar sin pasaje, es vivir otras vidas,
otros tiempos; es descubrir que tenemos alas y volar”.
Norfi Carrodeguas

Por muchos años mi labor docente ha estado enfocada en el desarrollo de actitudes y aptitudes lectoras en los estudiantes de diferentes grados de escolaridad, ya sea de la básica primaria o en la secundaria, y hasta de aquellos que se han comprometido con la formación humanística en la educación superior. He podido leerlos y analizarlos, ver sus falencias, sus desilusiones y aun suimpotencia cuando se ven enfrentados a diversidad de textos, especialmente cuando se trata de textos de naturaleza literaria.

Fue así como, en este recorrido de vida, tuve la maravillosa oportunidad de llegar a la vereda El Barcino, una comunidad pequeña, conformada por unas sesenta familias, las cuales, a lo largo de los años, han sido herederas de tradiciones de abuelos agricultores de café, especialmente. Dichas familias, en su mayoría, tienen como miembros de sus núcleos a un buen número de niños, niñas y jóvenes en edad escolar, quienes se proyectan como el futuro de la comunidad y la pervivencia de esta en el tiempo y el espacio.

Una vez inmerso en este contexto, empiezo a cuestionarme sobre las condiciones en las cuales el niño, niña y joven rural se acerca al fenómeno literario, muchas veces con grandes vacíos si no han sido orientados por un docente conocedor y apasionado por ello. Me he encontrado con que la mayoría de los chicos y chicas no tienen hábitos lectores que les permitan acceder de manera más efectiva a los diversos conocimientos; además, dentro del grueso de las familias poco o nada se motiva a la lectura y al acompañamiento de ella. Mucho menos tienen la posibilidad de ser poseedores conscientes de una biblioteca literaria en casa.

Lo anterior me empuja a buscar estrategias que terminan, desde la práctica, en una experiencia significativa conducente a despertar y reafirmar el amor por lo literario en los chicos de la ruralidad. Que redescubrieran en la literatura y en el lenguaje un mundo de posibilidades, el cual finalmente conecta con todo y permite expresar la interioridad del ser humano en su contexto histórico y temporal; aunado a esto, el regalo personal de ver en la literatura y la lectura un mundo de refugio, lleno de amabilidad y posibilidad de seguir creciendo interiormente. Surge, entonces, la hipótesis de llegarles a los chicos desde lo que a mí me apasiona: el amor por los libros, las emociones y los mundos que se develan cuando se aborda una producción literaria, cualquiera que ella sea, sin importar si es un trozo de poesía, un relato breve, un apartado de una novela o la invención de lo humano que se refleja en un texto de teatro.

Probando es como se guisa, reza un refrán popular; esta es una gran verdad, llena de profunda sabiduría. Empieza un lento caminar con los chicos, partiendo de la experiencia humana acerca del amor que despierta en todos el escuchar historias que dejen un trasfondo formativo; historias y expresiones interiores del yo que nos permitan convertirnos en mejores seres humanos (siendo esta una de las tantas bondades de la literatura). Con las lecturas también llegan las conversaciones y disertaciones amenas, donde los chicos pueden expresar sus puntos de vista, sus sentires y, en general, la cosmovisión personal que tienen sobre el mundo. Se va cociendo a fuego lento en sus mentes ávidas de vivir y conocer la realidad. Empieza la aventura tranquila de probar lo maravilloso, lo oculto, lo esencial que se ha guisado en los libros para los lectores de su momento, de hoy y del mañana.

Con la literatura llegan también otras manifestaciones que apoyan lo estético y significativo de ella; muestra de ello lo ha sido la expresión artística de chicos y chicas a través del dibujo, pues las imágenes hablan y dan a conocer aquello que nos ha tocado también en nuestro yo interior. Y se reafirma con ello el poder comprensivo que tiene la parte iconográfica en la significación de los diversos sucesos, realidades y mundos imaginarios. Poder ver y escuchar; cada uno, desde la escucha atenta de los demás, expone sus representaciones impregnadas de colorido y profundo sentido personal.

Paso a paso, los chicos han ido aprendiendo a volar en las alas de los libros, pues cada página leída los ha ido llevando a lugares tan lejanos como la India a viajar en el lomo de un elefante, o a Egipto en el de un camello; a disfrutar de un peral florecido, cerca de un estanque; cantar los versos del poeta Manuel Mejía Vallejo cuando su yo poético lo movió a magnificar el silvo del turpial, que colorido volaba entre cafetales y platanales de su natal Suroeste, y, más significativo aún, cuando todos al unísono gritaban: “Profe, mire, allá en lo alto de aquellos eucaliptos y pinos que rodean la escuela se encuentra el turpial del poeta Vallejo…”. Otra evocación y aprendizaje de vida estaban instalados ya en cada uno.

Dentro de las múltiples posibilidades que conlleva el acto de leer, máxime si es un texto literario, está la de poder acceder cada vez más y de mejor manera a las propias producciones literarias. Pues siempre me he apoyado en este supuesto: uno no escribe si no ha leído lo suficiente y diverso para poder descubrir su propio potencial; tal cual lo hiciera Horacio Quiroga décadas después de haber leído a su autor predilecto Edgar Allan Poe y sus Narraciones extraordinarias; o bien un García Márquez después de maravillarse en su juventud con los relatos de William Faulkner y Ernest Hemingway.

Finalmente, cabe destacar aquí lo claves y fundamentales que han sido la Fundación Secretos para contar y la Alianza ERA en lo referente al acompañamiento y movilización de recursos, tales como bibliotecas literarias ricas en autores y títulos del contexto universal, nacional y regional, que han llevado a nuestros chicos, chicas y jóvenes a disfrutar de la lectura en casa, después de haber despertado en ellos la cercanía con textos literarios…. Hoy los libros son acudidos libremente y viajan a casa con ellos para que juntos puedan volar en sus alas a donde su imaginación los pueda llevar, sin necesidad de un tiquete o una temporalidad.

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