Sede David L. Crozzier, Centro Educativo Rural Juan de Dios Carvajal
Sede David L. Crozzier, Centro Educativo Rural Juan de Dios Carvajal
Me llamo Alexandra.
Nací en el Paraíso Escondido, la Perla del Penderisco, donde Dios puso su firma… Allí, rodeada de los más bellos paisajes, disfruté de mi niñez y de la formación para convertirme en maestra. Creo que mi vocación como docente rural nace precisamente de los viajes que frecuentemente realizaba a la finca de mi abuelo y mi tío en el municipio de Urrao, un lugar mágico y muy lejano de la cabecera municipal. Definitivamente, esas raíces campesinas serían determinantes para quedarme en el campo y aportarle a la transformación del territorio liderando procesos a través de la educación.
A todos deberían gustarnos las sorpresas, ¿no es así? Pues yo no soy la excepción. No obstante, hay sorpresas que nos retan no solo por ser cosas inmediatas, sino por lo que entraña entender por qué suceden como suceden. Les contaré una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida: y aquí estoy, iniciando un proceso tipo aventura en un hermoso lugar, la escuela de La Casiana… Y qué aventura intentar ponerle colores de arcoíris a un lugar que, aunque estaba situado en un territorio privilegiado, fantástico, rodeado de los más bellos paisajes, se encontraba gris… ¿Y si comenzamos a darle vida?
Mi aventura comienza llena de muchas ilusiones y sueños, con una gran tarea: vincular a los padres de familia a la escuela. Recuerdo que me reciben un poco curiosos, y algunos algo distantes. Aunque no es un trabajo fácil, poco a poco las cosas comienzan a cambiar.
En diferentes reuniones de padres les explico el gran potencial con el que cuenta nuestra escuela. Por ejemplo, una infraestructura suficientemente grande como para ofrecer educación a muchos más niños y, por qué no, a futuro, a jóvenes para cursar el bachillerato y hasta la educación superior. Además de dos predios: uno cultivado con banano (pero mal administrado) y otro completamente abandonado (enrastrojado como no se lo imaginan), que podíamos aprovechar para sembrar. Como ya les dije, no todos creen. Al principio apoya uno, luego dos, tres padres de familia. Estos padres cada fin de semana acuden a la escuela para realizar todas las labores relativas al cultivo; además, para sacar el producto y poder venderlo en la cooperativa. Comenzamos también con una huerta escolar, que se convierte en la excusa para unir familias. Las madres, organizadamente y con el ánimo de apoyar los procesos educativos, acuden a la huerta con machete, palines, azadones, con sombrero, camisa manga larga para cubrirse del sol y una pequeña radiolita que ponen a todo volumen para cantar. Llevan una torta, plátano asado con quesito, raspado de panela, arepa de chócolo o un dulce para compartir. Un encuentro que se convierte en un espacio para contar historias o para ofrecer unos buenos consejos. Tan bueno se pasa que en un abrir y cerrar de ojos se ha ido el tiempo y es hora de partir, con el deseo inmenso de que pronto llegue el próximo encuentro. Risas y mucha alegría inundan los espacios de la escuela, a donde llegamos, pero no nos queremos ir.
Transcurre el tiempo y los resultados empiezan a hacerse evidentes… Una escuela embellecida con jardines naturales, renovada con pintura de colores; una escuela llena de vida que transforma sus espacios físicos a fin de darle acogida a todo visitante, y con un sentido de hogar inimaginable: un lugar para soñar, para quedarse, para disfrutar. Todo esto hace posible que muchos más padres se vinculen a este proceso que no se detiene y no tiene límites.
Y esto es solo el principio.
Sigue pasando el tiempo y encontramos una fuente de apoyo y de inspiración para continuar en este maravilloso campo educativo: la Fundación Secretos para contar con sus diferentes acompañamientos, sus actividades lúdicas, creativas, y con todo su material educativo, que, ¡wooo!, hace que la educación rural cobre más sentido. Pudimos aprovechar libros como Lecturas para todos los días, Más claro no canta un gallo, Tan distintos y parientes, Planeta vivo, las bitácoras, La Tierra, el cielo y más allá, A que te cojo, ratón…, en fin: toda la biblioteca superextraordinaria de Secretos ha enriquecido mi quehacer pedagógico. Los niños y las niñas, por ejemplo, jamás olvidarán Los viajes del viejo Jacobo, quien le responde cartas desde la distancia a cada uno; ellos y ellas, muy curiosos, esperan con ansias cada viernes… ¿Y quién será el afortunado esta vez? Esto se ha convertido en una excelente excusa para motivar la escritura desde el placer.
Y llegan más oportunidades para continuar creciendo en el año 2017: Alianza ERA, con su grandiosa propuesta, nos motiva a iniciar la posprimaria, ¡urra! Y con la credibilidad de la comunidad iniciamos con los grados sexto, séptimo y octavo, con un total de 25 estudiantes y el nombramiento del nuevo docente, David Octavio Buitrago. Feliz, la población sigue creciendo, así que deciden nombrar un nuevo docente, Luis Orlando Marulanda, para apoyar la posprimaria y darles paso a los grados noveno, décimo y once, con un total de 45 estudiantes.
Pero, como mencioné antes, nuestros sueños no tienen límites. En el año 2021 comenzamos la U en el Campo en nuestra sede con el programa Técnico Laboral en Desarrollo de Aplicaciones Informáticas. Estos logros llenan el alma y nos motivan a continuar soñando, y, con el acompañamiento de ERA y su impulso constante, damos inicio a los proyectos pedagógicos productivos (ppp). Nos encontramos con muchos dilemas, entre ellos cómo motivar a los chicos para hallar iniciativas que les permitan generar aprendizajes significativos. Después de mucho pensar, logramos hallar un camino: seis proyectos pedagógicos productivos que conforman un solo proyecto, liderados por los tres docentes. David con el proyecto de aves y la milpa, Luis Orlando con producción de orellanas y huerta escolar, y Alexandra con abejas y café.
Hemos logrado grandes cosas: la motivación de los estudiantes, la apropiación del conocimiento, el trabajo en comunidad, la vinculación de personas del sector productivo de nuestra vereda e, incluso, de una fundación de Francia (APAE), quien confió en nuestra iniciativa y hoy, gracias a ellos y al apoyo de muchos, contamos con seis colmenas que ya están produciendo miel, 600 árboles de café que sembramos este año, una huerta escolar produciendo diferentes hortalizas, y disfrutamos del avistamiento de aves, de las pinturas de ellas que hacen los niños y las niñas… Hemos hecho adecuaciones para el inicio del cultivo de orellanas y hemos retomado cultivos ancestrales sembrando semillas de frijol, maíz y ahuyama.
Todo esto ha sido maravilloso, pero lo más gratificante es escuchar en las voces de los niños y las niñas lo fascinados y asombrados que están. Por ejemplo, con el proyecto Abejas Polinizadoras de Sueños, dicen:
—Me encanta aprender con las abejitas. Antes les corría, pues les tenía miedo. Pensaba que todas tenían aguijón. Las veía como enemigas. Sabía tan poco de ellas que pensaba que solo producían miel. Ahora, con este gran proyecto que me encanta, pudimos aprender la importancia que tienen en nuestro planeta. Ellas, tan pequeñitas, producen alrededor del 80 % de los alimentos.
Se pueden alejar de su colmena hasta 900 metros a la redonda. Aprendí que los zánganos viven un mes, las abejas obreras viven de dos a tres semanas y la abeja reina vive de dos a tres años… Este proyecto es lo mejor que me ha pasado en toda la vida, este proyecto es algo inimaginable.
Esta experiencia me permitió entender, como mencioné al principio de la historia, por qué la vida me sorprendió poniéndome en este lugar. Y seguimos soñando sin parar: construiremos más colmenas; sembraremos plantas medicinales, aromáticas, árboles frutales, jardines preciosos que sirvan de alimento para las abejas; tendremos nuestra propia secadora, despulpadora, tostadora de café; empacaremos la miel; comercializaremos nuestros productos con nuestra propia marca; construiremos una tienda café con un deck para atender a todos los visitantes, que podrán disfrutar de una deliciosa aromática de limoncillo, yerbabuena, una deliciosa taza de café…, y mientras sus pensamientos y emociones los transportan, podrán observar las hermosas aves, los atardeceres, las imponentes y exuberantes montañas, disfrutarán de la buena compañía que ofrecerán nuestros estudiantes en tanto les explican que eso que hoy están tomando es el resultado de un trabajo en comunidad.
Hoy, con certeza, puedo decir que el cielo es el límite mucho más allá de las estrellas.