Alianza ERA

Educación Rural para Antioquia

De Pequeños a Grandes

Ana Patricia Herrera Lora

Sede La Julieta, Institución Educativa Rural Carbonera

Nací en el valle del Penderisco, hija de campesinos enamorados de la tierra, la menor de tres hermanos, sobrina de una maestra apasionada por la enseñanza, esposa y madre de seres que me inspiran. Sueño y creo que cada día puede ser mejor, disfruto de las aventuras, me encantan los retos. Aprecio la belleza de una hoja cuando cae. Soy un árbol que con paciencia abriga y deja caer sus semillas, el castor que construye, el pájaro de la bandada que apoya o lidera la búsqueda de nuevos horizontes. Por todo esto soy maestra.

Gracias a la comunidad educativa de La Julieta, en especial a los estudiantes con los cuales he compartido y aprendido a lo largo de estos años.

De Pequeños a Grandes

Cada historia se inicia en el momento en que un suceso empieza a ser significante para quien lo cuenta. Para mí, la historia comienza cada año cuando llego a mi sede, donde llevo disfrutando varios años con el saludo de la guacharaca, el ladrar de los perros y el sol dando sus primeros rayos sobre las montañas. La Julieta es el nombre que lleva mi sede, ubicada a media montaña, agradable a la vista y rodeada de cultivos de café. Allí, con un suspiro profundo aprecio las cordilleras, cultivos y bosques que se divisan…, y empiezan a llegar los estudiantes llenos de emoción por iniciar el año, con ilusiones y expectativas que estoy presta a escuchar. Les digo que la escuela es toda una aventura, un lugar donde pueden soñar, y que cada quien la vive según lo que esté dispuesto a dar. A partir de este momento empiezo a motivarlos a participar del gobierno estudiantil.

Con el pasar de los días comenzamos el proceso de postulación y elección de aquellos estudiantes que quieren ser parte activa en él. Algunos, generalmente los que llevan más tiempo en la sede, muestran mayor interés; otros se muestran más tímidos, pero se contagian de la motivación de sus compañeros. Elegimos presidente, vicepresidente y secretario como Junta Directiva, para luego acordar los comités de trabajo que van a funcionar durante el año con su respectivo líder para apoyarlos.

Como dice el dicho, el que no arriesga un huevo no saca un pollo; es por esto que esta estrategia permite a los estudiantes asumir responsabilidades acordes con su edad, aptitudes, intereses y necesidades. Doy un voto de confianza y los apoyo con sus propuestas, les ayudo a planear de acuerdo con el contexto, a ir más allá; les doy alas para que tomen la iniciativa de lo que quieren aprender y se apersonen de los instrumentos del gobierno estudiantil, los cuales no están condicionados a un momento ni una materia o actividad en específico, sino que son, más bien, una herramienta a total disposición que permea todas las dinámicas de la cotidianidad escolar.

Dentro de las múltiples propuestas y acciones que realiza el gobierno estudiantil, hay una actividad en particular que los lleva a movilizar su pensamiento, y es precisamente el desarrollo, año a año, de un proyecto pedagógico que comienza con la observación minuciosa del espacio: flora, fauna, relieve, olores, sonidos, formas, sabores, entre otros, acompañados de preguntas que cuestionen toda la información que pasa por sus sentidos. Pasan al salón y, empleando el preguntón, en compañía del presidente o presidenta de la escuela, hacen una lluvia de preguntas sobre aquellas situaciones que llamaron su atención. Según la cantidad de estudiantes, eligen máximo tres preguntas para investigar. Contando con mi apoyo, diseñan una ruta para iniciar la búsqueda de una respuesta. Luego los encargados de la biblioteca y de la sala de sistemas les ayudan a buscar libros que puedan aportarle al tema de interés. A partir de este momento comenzamos con un proceso de lectura para documentarnos. Después, en algunos espacios extracurriculares o de clase, vamos socializando y dándole forma al producto que queremos alcanzar o a la respuesta para el tema sobre el cual queremos aprender.

Durante estos años les hemos dado respuesta a preguntas como estas: ¿se dice roca o piedra?, ¿cómo es el fondo del mar?, ¿qué les da el color a las plantas?, ¿cómo hacer panelitas de limón o guayaba? O a propuestas como realizar pegante con mancha de plátano.

Compartimos el resultado de este proceso en la Feria del Conocimiento que llevamos a cabo en la Sede Principal cada año y socializamos con los padres de familia. La intención con el proyecto es llevar al estudiante a que valore su entorno, se reconozca como un ser humano valioso, se dé cuenta de que puede alcanzar grandes logros desde el conocimiento o la superación personal y sienta que puede darle un aporte a su comunidad.

Cada pregunta, en sí misma, moviliza diferentes aprendizajes y acciones; pero con todas se aprecia el entusiasmo con el cual viven el proceso, el asombro, la capacidad creadora y el liderazgo que algunos estudiantes van mostrando. También ha permitido vincular miembros de la comunidad que, desde sus saberes empíricos o técnicos, han fortalecido algunos de los proyectos.

Esta propuesta cree en la capacidad investigativa, exploratoria y creativa de la población rural; valora el contexto como la riqueza más grande que hay para el aprendizaje y valida los conocimientos de la comunidad. Como tal, es una invitación a aprovechar las horas de clase no como cronómetro, sino como un espacio en que la escuela se vuelva un taller, donde los niños puedan soñar, el conocimiento sea práctico, transversal y los acerque a otras realidades, sin menospreciar la que viven.

Cuando llega el momento de trabajar en el proyecto, la dinámica escolar cambia por completo. Cada espacio de la escuela, desde la cocina hasta el patio de recreo, del salón a la huerta, se convierte en un lugar donde podemos construir o validar el conocimiento. Los niños no temen preguntar, construir, equivocarse y volver a empezar para hallar la tan anhelada respuesta, ya sea que la concluyan con la extracción de un pigmento, un pegante, la clasificación de minerales con muestras de rocas, la recolección de semillas, siembra de árboles de la región, una maqueta con movimiento, entre otros. Todo esto es importante porque lo comprobaron y a su paso aprendieron sobre la colorimetría, las propiedades y estados de la materia, cambios físicos y químicos, germinación de la planta…; asimismo, demostraron compromiso, respeto y, sobre todo, creyeron en ellos mismos.

Ver a mis chicos concentrados leyendo, prestando libros por placer, sacando hipótesis, confrontando la información recopilada, experimentando, organizando ideas y exposiciones con la motivación de que otros aprendan lo que para ellos es significante me llena de orgullo. Cada vez que se apropian de una actividad, evalúan sus actos, proponen mejorar su entorno y, lo más importante, lo llevan a la práctica, veo que mis estudiantes han crecido. Por eso doy a mi experiencia el nombre inspirado por mi hija: “De Pequeños a Grandes”.

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