Sede Presbítero Alfredo González, Institución Educativa San Francisco de Asís
Sede Presbítero Alfredo González, Institución Educativa San Francisco de Asís
Nací en Betania, la de los cafetales que cuenta mi papá. Fui criada entre las empinadas montañas jericoanas, que en los amaneceres se cubren con la densa niebla que en las copas de los árboles se mezcla con el azul del cielo, como grandes motas de algodón.
Como la mayor de mis hermanas, jugaba fútbol a escondidas de mis padres en el equipo de mis hermanos, en el prado, donde corríamos tras las crías de las vacas. Entre columpios, machacalengues y trepadas de árboles fui creciendo con el disfrute que en esa época solo era para varones. Sembrar y regar las rosas rojas en el patio en compañía de mi mamá es de mis más gratos recuerdos. Al iniciar mis estudios en la Normal, mis deseos de ser futbolista se transformaron en deseos de ser maestra. La afición por el fútbol me llevó a ser fiel hincha del Nacional, y de Colombia. El disfrute por el campo, las plantas y los animales sigue intacto.
Las matemáticas son importantes para la vida. Nunca entendí el dicho que solía decir mi profe porque para mí no tenían mucho sentido. Desde mis primeros años en la docencia, la enseñanza de las matemáticas siempre fue un reto. Al escuchar de mis compañeros con mayor experiencia en el área expresiones como “es que no estudian, uno les repite y no entienden”, a veces me quedaba inquieta, y a veces me daba tranquilidad saber que no era la única.
Con el pasar del tiempo, los descontentos en la enseñanza de esta área se acrecentaron y en las reuniones de profesores se hablaba de bajos rendimientos. Soy observadora y, entonces, mis inquietudes aumentaron. Sin embargo, pensaba: “Es que los muchachos tienen conceptos matemáticos: miden con dedos y pies, calculan las cosechas, identifican las formas en el bosque, comparan sus pesos, determinan cambios, calculan las vueltas con rapidez, determinan variaciones y hasta ponen límites a sus aspiraciones”. Fue entonces, en el año 2012, cuando empecé a buscar en el colegio proyectos transversales, y, junto al profe de Ciencias, desde el Parque Explora recibimos las primeras orientaciones para hacer posible la Feria de la Ciencia por primera vez en nuestra institución. El primer año fue una exposición de trabajos de ciencias, de maquetas (realizadas por estudiantes con ayuda de sus padres y profes). En los años siguientes, los maestros de diferentes áreas se fueron sumando con algo de incertidumbre. En 2015, esta actividad fue institucionalizada como proyecto obligatorio, al igual que el Proyecto Ambiental Escolar (PRAE). Desde entonces, me di cuenta de las bondades que tenían estos proyectos para acercar los contenidos de las matemáticas a la cotidianidad institucional y al quehacer de los estudiantes.
En 2016 participamos en convocatorias institucionales como Circuito Solar, Iniciativas Corantioquia a través del PRAE y Feria de la Ciencia. En cada propuesta de participación analizaba con mis estudiantes qué conceptos era posible trabajar y, de esta manera, preparábamos por equipos de trabajo durante algunas clases de Matemáticas la identificación de la idea, formulación del problema, objetivos, y entre charla y charla, cada estudiante fue identificando sus cualidades: unos para la escritura, otros para el diseño y materialización de la idea, algunos para comunicar y socializar la propuesta.
Con la participación en cada convocatoria, estudiantes y profes se fueron entusiasmando por querer presentar proyectos desde cada área del conocimiento. Como maestra, ha sido muy gratificante la participación de los estudiantes en estas convocatorias regionales; con ellas se han vinculado aprendizajes del área de forma vivencial, y los estudiantes articulan en la práctica propuestas de aprendizaje desde el contexto y la experiencia.
En 2020, el aprendizaje de las matemáticas desde el contexto cobró relevancia, pues los estudiantes del grado noveno, con las guías de aprendizaje “Aforo volumétrico” y “Aforo por flotador”, lograron registrar y tabular información que les permitió aproximarse a conceptos de cantidades variables y constantes, y relaciones de proporcionalidad directa e inversa desde las salidas de campo a la quebrada La Palmera.
En 2021, desde la Feria de la Ciencia institucional y el PRAE, con los estudiantes del grado noveno, retomaron la actividad generadora de aprendizajes asociada al PRAE llamada medición del caudal, y, conjuntamente con el profesor de Ciencias, hicieron efectiva la visita de reconocimiento y limpieza a la quebrada como recurso hídrico y patrimonio natural de la región, que con antelación fue programada en el Plan Operativo Anual (POA) y el PRAE y la Feria de la Ciencia.
Desde el área de Matemáticas, los estudiantes del grado noveno, después de conformar equipos de trabajo, asumieron roles de acuerdo con lo que ellos consideraban sus habilidades: registrar, tabular, calcular, medir, graficar, relatar; cada equipo debería tener un estudiante dedicado a una de estas tareas.
Después de la visita guiada a la quebrada La Palmera, en la hora de la Feria de la Ciencia y algunas clases de Matemáticas, cada equipo se reunió y recibió algunas preguntas orientadoras: ¿qué es el caudal y cómo medirlo?, ¿cómo medir la velocidad de la quebrada?, ¿cuál es el área?, ¿dónde tiene la quebrada mayor velocidad?, ¿qué relación hay entre velocidad y área?
Cada pregunta fue discutida en el grupo según la información registrada en la visita. Así, el grado noveno, del cual fui directora en 2021, continuó trabajando en el marco del proyecto “Interpretación de fenómenos del contexto rural en el lenguaje matemático (numérico, algebraico, geométrico y sistema de datos)”, y, para este año, la propuesta en noveno se llamó “Si de funciones quieres hablar, el agua debes cuidar”, centrada en los contenidos específicos del grado. Con el propósito de articular la propuesta durante el año en clases de Matemáticas, teniendo como referente la microcuenca La Palmera, continuamos trabajando por equipos de tres estudiantes: en clase de Geometría identificaron las formas geométricas halladas en cada franja durante la actividad de campo y, así, aproximaron formas irregulares a otras conocidas como triángulos, rectángulos y trapecios.
El equipo encargado de los cálculos de las áreas parciales y el área total consolidó la información y la manera de presentarla en la feria institucional. Las preguntas orientadoras fueron discutidas en cada clase, y con la proporcionalidad directa asociaron la pregunta “¿qué relación existe entre velocidad y área?”.
Con sus palabras, los estudiantes plantearon, por ejemplo: “Cuando el anchor de la quebrada es grande, la quebrada baja despacio; y cuando se estrecha, baja muy rápido”. Otro equipo comentó que la cantidad de agua era la misma en los 10 metros (espacio delimitado para la salida de campo).
La articulación de fenómenos del contexto al aprendizaje de las matemáticas es fortalecida desde proyectos transversales (PRAE, Feria de la Ciencia, proyecto de emprendimiento, y áreas como Ciencias Naturales). El plan de estudios diseñado en asignaturas es quizás el mayor reto en la ejecución de esta experiencia, ya que los períodos de las clases limitan y segmentan la apropiación de aprendizajes que requieren más continuidad.
El disfrute de los estudiantes al medir, calcular, graficar, representar a través del juego en la quebrada hace posible el aprendizaje de las matemáticas, y ayuda a crear y recrear los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Esta apuesta por articular el aprendizaje de las matemáticas en el currículo institucional por medio de fenómenos del contexto requiere estudio y compromiso dentro de una comunidad educativa que crea en la articulación de procesos y en el mejoramiento diario.