Sede Principal, Institución Educativa Rural La Concha
Sede Principal, Institución Educativa Rural La Concha
Nací en Caucasia, Antioquia, donde viví los mejores momentos de mi infancia. Desde el año 2009 me radiqué en el municipio de Nechí, el cual me ha brindado muchas oportunidades. En este lugar vivo con mis tres hijos y mi madre. Me gusta trabajar con las comunidades en pro del mejoramiento de la salud física y mental para elevar la calidad de vida de las personas. Uno de los mayores aprendizajes que me dejaron mis abuelos fue la perseverancia y no desistir, luchar por las cosas que anhelo, sin importar los obstáculos y dificultades. Soy una persona sociable, amo compartir y disfrutar con mi familia. Sueño con ver a mis hijos formarse profesionalmente y convertirse en seres íntegros.
En esta fantástica experiencia los protagonistas son las niñas, niños y cuidadores del grado primero de la Institución Educativa Rural La Concha. Ellos son seres activos, participativos, llenos de sueños y expectativas.
A lo largo de la vida estamos expuestos a diversos cambios que nos impactan continuamente, ya sea de forma positiva o negativa, y afectan algunas veces el desarrollo de las competencias socioemocionales; esto ocurre más aún en la etapa escolar, donde estamos expuestos a muchos cambios físicos, sociales, familiares y económicos.
En un territorio como el corregimiento La Concha, muchos educandos muestran dificultad en el desarrollo de la inteligencia emocional. La problemática principal es el entorno social, las pautas de crianza (normas y límites en niñas y niños); pero el factor a favor de todo el proceso es la etapa en la que se encuentra la población (educación inicial), donde se pueden mejorar muchos aspectos emocionales, físicos y sociales.
La dificultad que padecen los menores para desarrollar estas habilidades básicas necesarias para la interacción con los demás deriva muchas veces del hecho de que están expuestos a estresores psicosociales, y al mismo entorno donde viven, debido a que se sienten excluidos de actividades familiares y sociales. También por la falta de comunicación entre cuidador-niño(a), o docente-estudiante.
Como lo mencionó Daniel Goleman, “la inteligencia emocional consiste en la capacidad para reconocer nuestros propios sentimientos, para motivarse y gestionar la emocionalidad en nosotros mismos y en las relaciones interpersonales”.
En el grado primero pude observar la necesidad de fortalecer el desarrollo socioemocional para así promover en su medio familiar y social la sana convivencia.
Los comportamientos problemáticos suelen ser iniciados por estudiantes que son ignorados en sus hogares, y que no saben cómo manejar sus emociones o comunicarse con sus pares.
También observé la carencia de personal psicosocial que apoye y haga seguimiento continuo a los menores a fin de minimizar esta problemática que se viene presentando.
La experiencia busca fortalecer el desarrollo de competencias socioemocionales en las niñas y los niños, y, a su vez, facilitar una propuesta de estrategias que robustezcan la interacción en el núcleo familiar, de suerte que puedan autorregular sus emociones y fomentar actitudes de empatía, autorreconocimiento, respeto, tolerancia, confianza en sí mismos y en los demás.
Con esta experiencia pudimos prevenir y mitigar algunas situaciones que se están presentando e infundir en los estudiantes amor propio, seguridad en sí mismos y confianza en las personas que están a su alrededor. Vinculamos a los cuidadores en las actividades planteadas para fortalecer en ellos la conciencia de la importancia de la salud mental, y que reconozcan que es un tema de gran relevancia frente al cual debemos tomar las medidas pertinentes. Con esto pretendemos preparar seres que faciliten la resolución de conflictos en su medio.
El proyecto hace énfasis en la importancia de crear vínculos afectivos con las familias para que la comunicación fluya asertivamente, de suerte que puedan reconocer las emociones en cada uno y evitar situaciones complejas, todo con el propósito de mantener un buen estado emocional.
La fuente principal gracias a la cual esta experiencia se tornó participativa y dinámica fue la inclusión de los cuidadores en las actividades de conjunto y pedagógicas, donde también fomentamos la interacción por medio de estrategias tales como noches de cine, salidas y actividades pedagógicas, elaboración de material didáctico y manipulativo en los hogares y el aula, y talleres socioemocionales; todas estas promueven el autorreconocimiento y la aceptación, y fomentan la confianza, el liderazgo y la autonomía.
En la mayoría de las clases ambientamos los espacios con canciones infantiles llamativas para los niños, y que tuvieran una intencionalidad tanto emocional como cognitiva. Por lo general resaltamos los pilares o actividades rectoras de la educación inicial: exploración del medio, arte, literatura y juego; así les permitimos que desarrollen su imaginación y creatividad, y que sean autónomos e independientes.
Como suele ocurrir en los procesos, al principio son difíciles y surgen muchos obstáculos. Este no fue la excepción, lo que nos invita a buscar recursos y estrategias que favorezcan los aprendizajes y las relaciones humanas. Gracias a esto ha mejorado la relación docente-cuidador, la confianza entre estudiantedocente, la participación activa y dinámica entre pares y los compromisos de los cuidadores en los procesos de sus hijos. Entre las dificultades está la apatía en los cuidadores para el acompañamiento y la participación de los pares en los procesos pedagógicos o lúdicos dentro y fuera del centro educativo. Esto nos llevó a ser facilitadores de los aprendizajes de los menores y a fomentar en los cuidadores la integración y compromiso en cada una de estas experiencias.
Dentro del aula de clases he observado los avances de los pequeños respecto de la convivencia, el trabajo grupal y colaborativo; a su vez, sus avances en su entorno familiar y social. Niños que eran tímidos, solitarios o más pasivos ya se muestran autónomos, participativos, se identifican como miembros de una sociedad, expresan y controlan sus emociones, creen en sí mismos. Y así seguimos fomentando el amor propio, la confianza por lo que son y pueden llegar a ser.
Para continuar mejorando, y que los vínculos en los hogares se sigan fortaleciendo, queremos que los menores aprendan a manejar sus propias emociones. También seguiremos ejecutando las actividades grupales (estudiante, docente y cuidador) mencionadas anteriormente.
Por todo lo aquí escrito, mi querido colega, te invito a leer y llevar a tus prácticas pedagógicas esta experiencia significativa, con el fin de que la convivencia entre las niñas, los niños y, a su vez, con los cuidadores mejore, y de que sean activos y participativos en los procesos socioemocionales y de aprendizajes en su entorno. Recuerda, asimismo, que la salud mental es muy importante, y debemos continuar mejorando los ambientes de aprendizaje y hacer que sean saludables y agradables para nuestros menores.
Dice el viejo y conocido refrán que la cara es el espejo del alma y los ojos sus delatadores. Si los niños son los protagonistas y principales autores de todas las experiencias en las aulas, siempre se sentirán felices, con un buen estado de salud y de ánimo; estarán seguros de sí mismos, con la mejor actitud en el día a día para seguir mejorando, y todo esto lo reflejarán en sus rostros.