Sede El Yerbal, Centro Educativo Rural La Vargas
Soy Nubia Janeth, nacida en el bello municipio de Urrao, Paraíso Escondido. Hija de padres con raíces campesinas, quienes, con su sudor diario por labrar el campo y con el amor por las labores del hogar, me brindaron la oportunidad de estudiar y volar en este mundo tan maravilloso de la docencia. A ellos les debo lo que tengo, lo que soy; son mi razón de ser. Desde mis ocho años recorrí largos caminos para llegar a la escuela, y en tiempos de invierno amasaba el pantano con mis pies descalzos para llegar a mi destino. El cansancio nunca fue motivo para desistir de mis sueños, pues mis padres me enseñaron que para alcanzarlos se debe trabajar duro.
“No importa qué tan lento vayas, mientras no te detengas”. Confucio
MAFORU, Maestros Formadores Rurales, es el nombre del microcentro del Centro Educativo Rural La Vargas, del municipio de Betulia. Nació en el año 2016, cuando se presentó el proyecto ante las instancias competentes, quienes le dieron su visto bueno y legalizaron. Desde ese momento, los docentes empezaron a trazarse pautas de trabajo para cada encuentro, y todos los días obtuvieron grandes logros.
Al inicio de este 2023, sus diecinueve docentes, más el director, organizaron la línea de trabajo por desarrollar durante el año. Establecieron diferentes momentos para la jornada: actividades de conjunto, administrativo y de procesos institucionales, comunitario, curricular, capacitación y, por último, cerramos la jornada con el momento hablemos con el director.
La comunidad ha sido fiel testigo de los cambios educativos y merecedora de ser reconocida, por lo que decidimos invitarla a que formara parte de uno de los momentos del Microcentro: el comunitario. En este espacio, los padres de familia, en su mayoría madres cabeza de hogar, comparten sus emprendimientos. Algunos de ellos generan ingresos económicos, mientras otras lo hacen para ocupar su tiempo libre.
Es hermoso ver en los encuentros como la comunidad hace uso del espacio. Uno a uno van llegando a la sede con sus manos cargadas de emprendimientos y sueños; con su timidez y pena, exponen ante los presentes sus talentos, habilidades, cuentan cómo nacieron sus ideas y cómo estas han ayudado a sus familias.
Cuentan aquellas madres que a sus veredas llegaron entidades ofreciendo capacitaciones. Muchas las recibieron, pero fueron pocas las que quisieron emprender. Con orgullo, una de ellas decía que gracias a la panadería les pudo dar estudio a sus hijos y que ha podido crecer su negocio poco a poco; otras aprendieron a realizar diferentes clases de jabones utilizando algunas plantas que siembran en sus huertas caseras.
Y qué decir de aquellas que aún conservan el legado de sus abuelas: coser tendidos con retazos de tela, para lo cual sus herramientas fundamentales son la máquina de coser, sus manos y la imaginación para recrear en ellos hermosos paisajes. Para sorprenderse más, llegó un joven que, con su voz entrecortada, con las manos ocupadas y temblorosas, describió cómo hacer mochilas con cabuya; para esto utiliza radios de rueda de bicicleta adaptados como agujas de crochet para hacer las puntadas, un arte que aprendió de su abuelo. Pero acá no acaban las experiencias, también nos llegó una mamá que hace mochilas con lana, y en ellas se nota su dedicación y toque personal.
El Microcentro lo llevamos a cabo cada mes en una vereda diferente del CER La Vargas, un total de ocho veredas: La Vargas, Los Animes, El Yerbal, La Manguita, La Ceibala, Piñonal, La Quiebra y La Urraeña. El espacio que abrimos a los padres de familia dentro de MAFORU ha permitido que los docentes e invitados externos no solo conozcan del talento diverso que tiene cada comunidad visitada, sino que disfruten de algunas muestras de gastronomía y repostería veredal de nuestro municipio: un plato con pequeños recortes cuadrados de color blanco, donde la mano prodigiosa logra convertir la mezcla de color panela a un color blanco, con textura suave y sabor dulce…, es la gelatina de pata, la cual está en sus dos presentaciones, la negra y la blanca; el paladar sigue disfrutando de unos sabrosos helados caseros con sabor a mango biche, limón y sal; pero si no gusta de estos, está el de sabor a piña, y, para que quede más contento, hay postres diversos.
Seguimos este recorrido con el emprendimiento Los Sabores de Cata, cuyo principal producto es el plátano. Ella nos enseña que el plátano no solo es para echárselo a los fríjoles, hacer tajadas o patacón: también sirve para hacer harina y, con esta, preparar deliciosas tortas, galletas, natilla, salsa bechamel y unos exquisitos bocadillos; ella también vende en pequeñas bolsas transparentes tajaditas de plátano con sabor a limón.
Continuamos este camino de saberes y sabores con los apicultores, quienes, con su amor y delicadeza, trabajan en la extracción de la miel de abejas, un producto natural y sin conservantes que venden al mercado. Explican que cuando este se cristaliza no es porque le hayan echado algo diferente a la miel, pues han evidenciado durante la extracción que en los panales hay una parte azucarada.
Ahora hablemos de una estudiante del grado quinto de la Sede Principal con síndrome de Down, quien, a partir de las clases de emprendimiento, dio a conocer su talento en la elaboración de tapetes. Ahora ella factura; su familia apoya esta gran iniciativa y la han acompañado en escenarios donde ella ha expuesto su talento.
Mientras que unos son buenos para hacer comidas o manualidades, otros tienen talento para componer y cantar; y es que en uno de los encuentros de los microcentros, en la sede La Quiebra, una señora, con su guitarra algo deteriorada por los años, nos deleitó con su suave voz y algunas de las muchas canciones que ha escrito. Y vamos finalizando con las manualidades que las madres de familia saben hacer, como atrapasueños y artesanías con calabazas.
Esta experiencia tan maravillosa, que rescata algunas tradiciones y legados que han dejado sus padres, así como aquellas muestras de emprendimiento, no podía quedarse en el campo, y fue expuesta en el Foro Educativo Municipal, donde generó gran impacto en el público por el compromiso, amor, motivación, entrega y dedicación que la comunidad demostró hacia la escuela.
Esta es, por otra parte, una muestra de una forma de vincular a los padres de familia en los encuentros de los microcentros, hacerlos partícipes activos y protagonistas de su propia historia. Todas estas experiencias son ejemplos vivos que demuestran la importancia de trazar proyectos de vida desde el hogar y de implementar el emprendimiento en nuestras prácticas pedagógicas cotidianas por medio de los proyectos pedagógicos productivos.