Alianza ERA

Educación Rural para Antioquia

“A pesar de los nervios”

Yedsid Alonso Agudelo Moncada

Sede San Francisco, Institución Educativa Rural San Francisco de Asís

 

El sol encontró mis pupilas y las llenó de luz en el municipio de Ciudad Bolívar. Allí transcurrieron mi infancia y adolescencia, en el seno de la más maravillosa familia y al fragor de la cultura de los arrieros; de ellos aprehendí la calidez en el trato y el amor por el trabajo. En Jericó, la Atenas del Suroeste, la cultura y las letras aportaron significativamente a mi crecimiento personal. El trabajo y el estudio transforman; convencido de ello, dedico mi vida a la educación. Me encanta caminar y viajar, soy feliz y agradezco a Dios la existencia de mi esposa e hijas.

“A pesar de los nervios”

“Habla como con una papa en la boca y no se le entiende nada”. Esta afirmación la dijeron muchos y en muchas oportunidades, allí en la tierra de los arrieros, donde el sol iluminó mis pupilas, y lograron menguar, en cierta medida, mi autoestima. Para mi bien, ha tiempo que Heráclito había dicho que nadie se baña dos veces en el mismo río, es decir, sentenció que todo fluye en un constante movimiento; en consecuencia, a treinta años de los ecos resonantes de la citada frase, y luego del encuentro con la academia en el alma mater y algunos vericuetos administrativos, hoy me descubro como docente.

Me desempeño en la Institución Educativa Rural San Francisco de Asís, del municipio de Jericó, un lugar maravilloso donde confluyen tierra y cielo. La tierra aporta sus preciosos recursos naturales, que no son el cobre y el oro, sino sus cosechas abundantes, el paisaje multicolor con el vaho inconfundible que impregna el ser al danzar armoniosamente la fuente de agua, la fauna, la flora, la luz y la forma, pero, sobre todo, y lo más importante, la gentileza de sus habitantes; el cielo, al ser la cuna de la primera santa colombiana, Laura Montoya Upegui, quien enseñó que el dolor sin Dios amarga, pero con Dios dulcifica, develando así el profundo arraigo religioso de la cultura jericoana. En mi concepto, esta misteriosa relación de tierra y cielo es lo que hace que Jericó tenga un no sé qué no sé dónde que fascina y enamora, y que no es posible encontrar en kilómetros a la redonda.

En el desarrollo de la práctica docente, en este Jericó mágico y encantador, no sé la clase, la hora ni el día, es irrelevante, porque puede ser la clase, la hora y el día de cualquiera de los centros educativos del Suroeste, de Antioquia, de Colombia, o de cualquier parte del mundo, me encontré con Daniela. Ella reflejaba timidez, nerviosismo, miedo, inseguridad…; en una palabra, baja autoestima. Sentí que Daniela y el niño que nació en la tierra de los arrieros eran fiel reflejo; a partir de este encuentro me propuse implementar una estrategia en el aula de clase para transformar la vida de las Danielas.

Pedirle a ella expresarse ante el grupo era como pedirle limones al papayo: no había Dios posible; más posible era tragarse una sombrilla. Al verse enfrentada a esta situación, la invadía un cuadro de espanto, evidenciado por el temblor y el sudor de su cuerpo, su rostro enrojecía, sus labios palidecían y el llanto humedecía su tez.

“A pesar de los nervios” es la experiencia significativa que implemento desde hace diez años y que me dispongo a relatar: consiste en realizar una lectura en voz alta en el aula al inicio de la clase. Participan todos los estudiantes, uno en cada clase. Después de la lectura se brindan orientaciones y recomendaciones en aspectos como expresión corporal, tono de la voz, vocalización y motivación. Finalmente, se desarrolla un conversatorio que incluye una retroalimentación.

Esta es una estrategia retadora, porque el lector se enfrenta, cara a cara, con sus temores e inseguridades; es a cara o cruz: o asume el reto o se dispone a la connivencia con los males que obstruyen su autoafirmación. Quien lee o escucha estas líneas puede tener la certeza de que no es una retórica, pues en el grado sexto me encontré con la Daniela anteriormente descrita y en el grado once, orgullosamente, conmensuré la transformación que tuvo al verla alegre, extrovertida, segura y empoderada.

La presente experiencia pedagógica impacta significativamente el proceso de enseñanza y aprendizaje desde tres aspectos fundamentales. Primero, la personalidad, aquí se aplica el principio de proporcionalidad: en la medida en que asume el reto, el lector adquiere seguridad y confianza. Segundo, la convivencia: se da la inclusión, en cuanto que, por turnos, todos deben realizar la lectura; asimismo, se da el respeto al escuchar con atención y la comprensión al reconocer que somos diversos. Tercero, desarrollo de competencias: se adquieren más habilidades en la comprensión, la atención y la ampliación del léxico.

Es una estrategia inacabada; esto quiere decir que no se ha dicho la última palabra, está abierta a la incorporación de nuevas ideas que permitan una mejor implementación. A futuro, creo pertinente complementarla con procesos que tiendan a afianzar la escritura.

A mis colegas docentes los invito a sembrar, en el corazón y la mente de los estudiantes, el amor por la lectura en voz alta; el que ello lograre impregnará una huella indeleble que irremediablemente marcará el rumbo de quien se dispone a la germinación de tal semilla; es un cultivo que no se logra de la noche a la mañana, escapa a las pretensiones inmediatistas y automáticas; es un proceso que demanda paciencia, prudencia y constancia. Ser educador es tener el poder de transformar la vida de quienes se confían a nuestro servicio… Hagámoslo posible.

Finalmente, me dirijo a quienes son nuestra razón de ser: los estudiantes; a pesar de los nervios, la paciencia vence lo que la dicha no alcanza; acepten el reto de enfrentar sus miedos, dense el gusto de vencerlos y bríndense la posibilidad de sentir el fresquito que da el orgullo de saberse triunfadores mediante el deber cumplido.

PD: voces de aula

— Muchachos, practiquen la lectura en voz alta en la casa, no dejen para ensayar cada vez que les toca el turno aquí en la clase.

— Profe, es que en mi casa no tengo a quién leerle, todos trabajan.

— Coja al perro o al gato, y léales en voz alta, o váyase para el cafetal y les lee a las matas de café y de plátano, o párese frente al espejo y léase en voz alta.

— No, profe, donde haga eso me van a decir loco.

— Tranquilo, mijo, ¿usted no sabe que el mundo es de los locos?

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