Alianza ERA

Educación Rural para Antioquia

Gestos de amor para la vida en el aula

Rosa Margarita Montoya Montoya

Sede Chaquiro Abajo, Centro Educativo Rural El Concilio

Soy descendiente de una familia campesina, hija de las montañas, inspiración de los rayos de luna, representación del calor del hogar; soy la fuerza y la esperanza, llevo en mi memoria el recuerdo de una infancia que atesoro. Mujer guerrera, llena de valores heredados de mis padres, maestra por convicción, pero, sobre todo, de corazón, que disfruta y aprende de sus estudiantes, que cada día se contagia de su risa, dulzura, calidez e inocencia.

Soy maestra tejedora de sueños que logra convertir la escuela en un territorio de paz, amor, empatía y solidaridad, donde se valora el ser, su esencia y su diferencia, se fortalece el respeto por el otro en su sentir, pensar y hacer.

Gestos de amor para la vida en el aula

Como dice el escritor Mario Benedetti, “el amor no es la repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su propio ritual. Es, como podría decirse, un puño de vida”. Así nace esta experiencia, como un acto de amor puro, inspirado por quien podría describir como un ser de luz que llegó a mi vida para llenarla de magia, transformar mi corazón y sensibilizarlo frente a las necesidades del otro.

Mi nombre es Rosa Margarita Montoya Montoya. Llegué a la sede rural Chaquiro Abajo, del municipio de Salgar, Antioquia, desde la ciudad. La llegada a la sede me abrió puertas a nuevos aprendizajes, y me enfrentó a nuevos y desconocidos retos. Una escuela rodeada por majestuosos y verdes paisajes, en cuyo interior albergaba unos pequeños de sonrisas genuinas y miradas expectantes ante este ser desconocido. Traía conmigo una maleta llena de proyectos, sueños y esperanzas, pero, sobre todo, el corazón inquieto por querer transformar la realidad que se vivía en la escuela.

Como un rayo de luz que se visualiza en la oscuridad se gestó la propuesta de trabajar por mejorar la calidad de vida de los niños con diversidad funcional a partir del manejo de las emociones. La propuesta poco a poco fue madurando y fortaleciéndose mediante el desarrollo de las pedagogías activas promovidas por la Alianza ERA, logrando así que todos los estudiantes se montaran en el barco donde aprenderían a regular y gestionar aquellas emociones para favorecer un ambiente más armónico y una convivencia más sana, enmarcada desde la diferencia, el respeto, la solidaridad y la empatía por el otro.

Se adoptaron estrategias que impactaran positivamente la vida y el entorno de los niños. Para ello entran, cuan caballo en batalla, las actividades de conjunto, con sus fieles escuderos, los instrumentos de aula: el correo amistoso, mis creaciones, los inventos, la cajita de la paz…, las cuales permiten que la magia explote, y que los estudiantes se integren, compartan con sus compañeros, sean más colaborativos, participativos y dinámicos. Además, favorecen los ambientes de aprendizaje de los niños con diversidad funcional y responden a las necesidades individuales. La magia no está en crear solamente, sino en tener en cuenta los intereses de los menores para facilitar el proceso de aprender a socializar de forma asertiva.

Hace presencia, entonces, cuan hada madrina, la mano amiga que tomará parte del timón y llevará también la capitanía del barco: la Alianza ERA, que con su ruta establecida logra fortalecer el trabajo cooperativo y colaborativo, fomentar el emprendimiento, atender la inclusión, prevenir la deserción de niños con diversidad funcional, pero sin dejar en el puerto a los niños neurotípicos, que forman parte importante de la tripulación. Con la embarcación repleta se inicia el viaje donde se promueve el desarrollo de competencias emocionales positivas que ayudan a desplegar el respeto por el otro, la solidaridad, la empatía, y aportan a la formación integral de los estudiantes.

La gran contribución de esta mano amiga que responde al nombre de ERA ha servido para la construcción de proyectos de vida, para que los niños puedan soñar, explorar e imaginar a partir de procesos de lectoescritura. También se ha fortalecido la conservación de ese tesoro invaluable llamado medioambiente, y se ha despertado y cultivado el arraigo territorial. Todas estas maravillosas estrategias apuntan al mejoramiento de la educación rural, en la cual no se cuenta con aulas de apoyo, psicoorientador o psicólogo, y los padres no poseen recursos económicos para viajar a la ciudad con sus hijos y que sean atendidos por especialistas.

Pero como a donde el corazón camina el pie se inclina, nuestro navegar tomó más fuerza, impulsado por oleadas y vientos de amor, y las experiencias que se han implementado para responder a las necesidades de la comunidad educativa han tomado color de esperanza, pues se empezó a desarrollar lo aprendido en las capacitaciones de ERA. Luego se fusionaron con el trabajo desarrollado con las emociones y, finalmente, todo se articuló con las necesidades especiales. Esto hizo que llegaran más niños con diversidad funcional a la escuela, generando inclusión, llenándola de color, vida, atesorando, aprendiendo y valorando las nuevas experiencias.

El barco sigue la marcha a todo vapor llevando consigo el caballo de batalla que responde al nombre de actividades de conjunto, y sus fieles escuderos, los instrumentos de aula. Estos atacan con todo su arsenal de amor, se abren paso, van tomando control y se implementan día tras día en el aula, pues ayudan a sacar el potencial de los tripulantes del barco, fortalecen competencias y procesos de enseñanza-aprendizaje.

Hace, entonces, su aparición uno de los escuderos para seguir dando paso a la transformación del aula: la cajita de la paz; gracias a esta los estudiantes pueden escribir en su escudo lo que desean mejorar dentro del aula para tener una sana convivencia basada en el respeto. Luego se reúnen en mesa redonda, comparten los escritos y realizan un conversatorio donde se buscan estrategias y acuerdos que faciliten el diálogo y fortalezcan la autoestima y la empatía por el otro.

Pero las experiencias no se quedan solo en el barco sede Chaquiro Abajo: se llevan a otros lugares, donde se han realizado intervenciones en los microcentros institucionales para responder a las inquietudes de los que guían otras tripulaciones, con el fin de que puedan atender, brindar igualdad de oportunidades y dar calidad de vida a los estudiantes con diversidad funcional. También hacen su aparición los padres de los tripulantes, muy importantes en este viaje, y con ellos se llevan a cabo escuelas de familia con el propósito de capacitarlos para que puedan hacer un adecuado acompañamiento de las personas con diversidad funcional.

Este viaje, y cada experiencia vivida en él, ha aportado grandes beneficios a la comunidad educativa: como un hechizo de magia ha transformado a sus tripulantes en seres más empáticos y respetuosos frente a la diferencia del otro. El barco continúa la marcha con más fuerza, llevando consigo grandes toneladas de amor y esperanza provocadas por ese ser de luz, ese personaje que inspiró la historia. Él se beneficia de las estrategias, siente la bondad de los avances y no permite que decaigan, pues alimenta con amor e inocencia el corazón de quien comanda y tripula el barco, le da más fuerzas para trabajar por una mejor calidad de vida para los niños, especialmente para aquellos con diversidad funcional.

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